Pregúntate si arde el corazón al desear el pan, al desear a Dios.

A continuación ofrecemos una serie de meditaciones semanales tituladas “Cuaderno de vida y oración” a cargo del sacerdote diocesano Carlos Carrasco Schlatter, autor del libro “Las conversaciones que tenemos pendientes”.

1) Llevar la vida a la oración

A medida que vas siendo más consciente de cómo son las cosas, vas descubriendo elementos nuevos ¿verdaderamente somos libres, o simplemente creemos serlo?

Si este interrogante es importante hacérselo de vez en cuando, aún lo es más cuando descubres cómo la psicología social puede influir en tus decisiones de compras. Por ejemplo, ¿sabías que existe una psicología del color? Al parecer está comprobado que las personas relacionamos los colores con distintos valores, rojo=excitación y pasión, azul= fuerza y productividad, verde=salud y calma, amarillo= alegría y claridad, naranja= amistad y emoción, etc.

De hecho a la hora de elegir entre varios productos la parte más importante de la decisión es la estética con que se presenta, más que el contenido que posee. Si además hemos visto una campaña de publicidad en la televisión, o nos hemos cruzado con publicidad indirecta pues aún estaremos más propensos a comprarlo. Y si para colmo nos ofrecen uno de esos magníficos “30%de regalo” o “formato familiar”, seguramente caigamos en comprarlo aunque no fuera nuestra idea inicial.

Si así actuamos con productos, es probable que así actuemos en las decisiones políticas, o que incluso actuemos en las relaciones personales. De
hecho si alguien viene vestido de tal o cual manera favorece el encuentro. Si eso es así, es precioso que Jesús se haga presente en un trozo de pan y un
poco de vino, productos sencillos, discretos y sin gran protagonismo.

2) Encuentro con Dios


Es un clásico en muchas conversaciones eso de que “mis padres no pasaron de despeñaperros y mis hijos ya conocen medio mundo”, o ese otro “pues
el viaje de novios de mis padres fue al parador nacional de…”. Por suerte, los hijos vivieron una España diferente, y los nietos aún la están viviendo
más diferentes. “Es que a estos niños de hoy no les falta de nada”, esta y otras frases parecidas se escuchan mucho en nuestras conversaciones. Al final si a los treinta años ya has hecho muchas cosas y vivido muchas experiencias, ¿y ahora qué?

Evidentemente es lógico que los novios se vayan a Cancún, o a Nueva York, y aún lo es más si han viajado por media Europa. Pero no deja de ser curioso que esa media Europa viaje a España para conocerla y los españoles viajemos fuera de España porque no necesitamos conocerla. Al fin y al cabo es cuestión de atractivos.

Aprender a valorar las cosas sencillas es complicado, y aún lo es más para quien tiene de todo, y acaba por no valorarlo. Cómo valorar la importancia
del agua potable, si siempre que la necesito la tengo, o cómo descubrir el valor de tener un techo si siempre he disfrutado de uno y encima, de uno
propio.

Eso sí, valorar la electricidad es importante, sobre todo si se está acabando la batería del móvil. ¡Qué frágiles somos!
Por todo esto, cómo voy a valorar a Dios, si ya vivo con todo, cómo va a hacerme feliz algo si ya lo tengo, cómo me van a sorprender si no me privo
de nada. ¿Cómo? Pues que lo importante no es el exterior, sino lo que hay detrás de cada cosa, lo que esconde su alma, la semilla que hay en su interior.

Si aprendes a amar lo de dentro, las intenciones y los deseos, hasta el beso más sencillo de la mañana será un gran regalo, hasta el “que descanses” más de costumbre sabrá inmenso, hasta un trozo de pan será eterno.

3)  A la luz de la Palabra Mt 10, 17-30

¡Qué difícil le va a resultar al rico alcanzar la vida eterna! No porque tenga menos opciones, sino porque ya disfruta en esta vida de riquezas y por desgracia no es capaz de valorar lo que cada una de ellas significa.

Demasiadas veces solo cuando has perdido a alguien lo valoras, cuando vienen mal dadas cuidas de las amistades, cuando están las cosas truncadas echas de menos a quienes te ayudaban. Cristo se entrega en la Eucaristía sin pedir nada, sin esperarte, sin saber si vendrás o no, sin saber si verdaderamente te acercas a comulgar con sinceridad o por costumbre.

Da igual, Cristo siempre está ahí para ti.

Es como esos amigos que siempre te cogen el teléfono cuando les llamas, pero que no están llamándote siempre, puesto que más que ser amigos tuyos porque lo necesiten o les interese, lo son porque te quieren.Dios pudo haber hecho las cosas de mil maneras, pero siempre buscó las sencillas, las humildes, las que buscan la verdad de las cosas y no tanto su consumo, porque si hay algo maravilloso y bello en el mundo es la sinceridad de corazón, el brillo de los ojos de quien ama, la naturaleza más silvestre y más llena de paz y calma, el mar con el ruido de las olas, o un cuadro que refleje sencillamente lo que siento.

No hay película más bella que la que provoca que salga mi interior, ni libro que no me lleve a un universo nuevo.

Por eso mismo, Dios se hizo pan, se hizo alimento, se hizo sencillo y con eso se hizo eterno. Porque la Eucaristía no debe atraer por sus colores, ni
por sus cantos, ni por los grandes discursos, sino nos atrae el milagro del altar ninguna de las otras cosas podrá superarlo.

4) Llevar la oración a la vida

No siempre lo importante es cuánto, ni dónde, ni porqué, ni tan siquiera quién. En la mayoría de las ocasiones lo importante es el cómo se hacen las cosas, es el medio que utilizamos, son las formas las que contribuyen a la razón, no vale con hacerlo bien, también es importante cómo lo hiciste.

Cómo podré valorar lo que puedo dar, si solo estoy pendiente de cubrir mis deseos.
Cómo podré saber cuánto me amas, si no te expreso cuanto te amo.
Cómo podré desearte que estés conmigo toda la vida, si me paso toda la vida pensando en otras cosas.
Cómo sabré todo lo que poseo, sino me paro a hacer el recuento.
Cómo sabré expresar lo que siento, sino te dedico días enteros.
Cómo sabré mostrar lo que has sembrado, si aún apenas he comenzado a regarlo.
Cómo…
Sencillamente:
comenzando hoy sin esperar a mañana
compartiendo contigo cada fruto, cada madrugada
comentando cada paso, cada huella marcada
comprobando mis heridas que no me fallen, que estén curadas
comprometiendo todo mi ser para tu misión sea realizada
complicando mis días, al amar tus manos clavadas
comiendo tu sangre y tu cuerpo con el que me salvas
comunicando al mundo, que no has muerto, que en mí estabas.

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