Este es el título del Mensaje que el papa Francisco dirige a todos en la Jornada Mundial de la Paz que hemos celebrado el día uno de enero.
Desde que el papa Pablo VI instaurase esta jornada en el año 1968, cada año, los diferentes papas han indicado diversas maneras de conseguir la paz. En esta “ciencia de la Paz” como diría San Juan Pablo II en su mensaje del año 2004, podemos leer a lo largo de todos estos años gran número de acciones que tanto el individuo como la sociedad, los gobiernos o la Iglesia deben llevar a cabo para que el Príncipe de la Paz reine en este mundo.
En todos los mensajes, se nos llama a conservar la esperanza y a estar convencidos de que la paz es posible y que conseguirlo depende de nosotros.
¿Cómo se consigue la Paz?
Son varias las formas que nos indican los papas durante estos años: promoviendo los Derechos Humanos, buscando la reconciliación entre las personas, los pueblos y las naciones, defendiendo la vida, comprometiéndonos con la justicia, combatiendo la pobreza, protegiendo la Creación…
Para ello, los hombres deben sentirse hermanos, los unos de los otros, haciendo que la familia sea la primera escuela de paz, pensando que a los niños y a los jóvenes deben recibir un futuro en paz, promoviendo a la mujer como educadora para la paz.
En una sociedad plural se debe promover el diálogo entre las culturas y defender la libertad religiosa para pacificar la convivencia a la vez que se respetan a las minorías
La verdad, la justicia, el amor y la libertad deben ser los cuatro pilares en los que se asiente la paz en la Tierra.
Indudablemente, esta “ciencia de la Paz” es extensa y deberíamos leer todos los mensajes para esta Jornada Mundial. Los podemos encontrar en la página oficial del Vaticano: www.vatican.va.
Este año, el mensaje, como decíamos al principio se titula No esclavos, sino hermanos.
En la introducción el papa dice que las relaciones entre los hombres deben estar inspiradas por la justicia y la caridad, siendo esencial que se respeten siempre la dignidad, la libertad y autonomía de cualquier hombre. Por desgracia, nos dice el papa, el flagelo cada vez más generalizado de la explotación del hombre por el hombre daña seriamente la convivencia, pisotea los derechos fundamentales de los demás y aniquila su libertad y dignidad.
Con esta breve introducción de lo que significa la Jornada Mundial de la Paz, tenemos material más que suficiente para alinearnos con los deseos de los cuatro últimos papas (exceptuamos a Juan Pablo I que falleció meses antes de llegar al uno de enero), y trabajar por la paz. Jesús en el Sermón de la Montaña dirá: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5, 9).
Por la importancia del mensaje de este año, lo comentaremos en posts sucesivos.