DÍA MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE

Celebramos el 5 de junio es el 50 aniversario de la proclamación por Naciones Unidas del Día Mundial del Medio Ambiente. En todos estos años, esta celebración ha pretendido ser un aldabonazo para reflexionar y tomar conciencia de los problemas que tiene nuestro planeta con relación a sus espacios naturales. El tema escogido para esta celebración ha sido la contaminación por los plásticos.

Según datos del PNUMA se producen al año 400 millones de toneladas de plástico de los cuales menos del 10 % se recicla. Entre 19 y 23 millones de toneladas de plástico acaban en ríos, lagos y océanos ocasionando graves problemas de contaminación y dificultando la vida de muchas especies. La cantidad de plástico que año tras año llega al mar ha ocasionado lo que se conoce como islas de plástico que provocan miles de muertes marinas cada año y dificultan el paso de la luz para que las algas puedan hacer la fotosíntesis y así retirar CO2 de la atmósfera y fabricar alimentos para otras especies.

Se han descrito cinco grandes islas. La mayor es la que está en el Pacífico entre California y Hawai con una superficie tres veces mayor que Francia. Otras islas de este tipo las podemos encontrar en el océano Índico; en el océano Atlántico entre Estados Unidos y México hay otra; en las costas de Perú y Chile está la cuarta y, por último, la última está entre Sudamérica y África.

El Mediterráneo no es ajeno al vertido de plásticos. Este mar tiene un 1% del agua mundial de mares y océanos y un 7% de plásticos. De hecho, España es el segundo país que más plásticos vierte a este mar, siendo Turquía el primero, les siguen a estos dos Egipto y Francia. Hay que tener en cuenta que en la costa mediterránea viven unos 150 millones de personas y goza de muchas zonas de playas que por el tiempo cálido se utilizan para el baño casi todo el año. Una mala gestión de los plásticos y la gran cantidad de turistas en verano producen esta situación. También influye el que en este mar desembocan grandes ríos que tienen largos recorridos por ciudades y por tanto también arrastran plásticos: Ródano, Ebro, Po, Nilo,…

No todos los plásticos son iguales, unos permanecen como tales durante muchos años y otros se fragmentan y deterioran con más rapidez, pero al final terminan divididos en pequeñas partículas, conocidas como microplásticos, que ocasionan problemas de salud en los animales y también en las personas porque se encuentran formando parte de los alimentos que ingerimos o del aire que respiramos.

¿Qué se puede hacer ante esta situación?


En primer lugar, tomar conciencia clara de que hay que eliminar el consumo de plástico a nivel individual. Vemos normal guardar alimentos envueltos en plástico en la nevera o congelador cuando la alternativa es clara: recipientes de cristal. Llevar una bolsa de tela cuando salimos a la calle evitaría aceptar bolsas de plástico cuando hacemos alguna compra imprevista. Si la bolsa de tela ocupa mucho volumen, llevar una de plástico de las muchas que tenemos impediría que siguiésemos acumulando más bolsas. Dejar de usar el agua envasada es otra urgencia. Cada vez se ven más personas que en vez de la típica botellita de plástico con agua llevan pequeñas cantimploras, pero siguen usándose todavía demasiadas. En nuestras compras también debemos ser cuidadosos y comprometidos. En la medida de lo posible, utilizar recipientes cuanto más grandes mejor: productos de limpieza, yogures, … y evitarlos en la medida de lo posible. A veces al comprar frutas y verduras hacemos un uso excesivo del plástico.

Y por supuesto, todo el plástico utilizado en nuestras casas hay que depositarlos en el contenedor específico, incluso los plásticos más pequeños. Pero como siempre, la mejor forma de luchar contra los residuos que generamos es no generarlos y eso pasa por disminuir nuestro consumo, de los plásticos también.

Pero el compromiso individual no es suficiente, la participación ciudadana en estos casos es importante para producir un cambio en los hábitos de consumo en nuestras parroquias, comunidades de vecinos, barrios, etc. Y, por último, la participación política. No solo a la hora de votar sino permanentemente presionemos a nuestros representantes para que la preocupación por el medio ambiente sea una preocupación real y en el caso que nos ocupa introduzcan o mejoren medidas más eficaces para la gestión de los plásticos. Nos va mucho en esto.“Estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud” (LS, 53).

Isabel Cuenca Anaya

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