Los talentos al servicio de la Iglesia| Entrevista a la delegada episcopal para las Causas de los Santos

Sevilla, 1969
Licenciada en Filología Inglesa, Univ. Sevilla
Licenciada en Derecho Canónico, Univ. S. Dámaso

Toda organización necesita contar en sus filas con personas que generen en su entorno confianza y seguridad. La curia diocesana de Sevilla, por sus dimensiones, recursos y amplio campo de acción, es el paradigma de una maquinaria necesitada de personas que asuman el ideario y faciliten los procesos. Este axioma se puede aplicar perfectamente a María del Monte Chacón, que el pasado mes de septiembre juró su cargo como delegada episcopal para las Causas de los Santos. Pocos días después, el papa Francisco clausuró el Sínodo instando a una mayor participación de la mujer en puestos de gobierno de la Iglesia. Y será casualidad, pero…

No es una recién llegada. La Santa Sede se presentó el año 1992 en la Exposición Universal de Sevilla con un pabellón a la altura de su historia y prestigio. María del Monte formó parte de aquel equipo de voluntarios, un grupo del que la Iglesia salió ganando, con personas que han venido desempeñando responsabilidades en diversos sectores eclesiales. El recordado Juan del Río, entonces director de la Oficina de Información de los Obispos del Sur de España (ODISUR), tiró de ella para este servicio de comunicación, germen de la actual Delegación Diocesana de Medios, al término de la segunda visita de San Juan Pablo II a Sevilla. De ahí a la Catedral, vuelta al Arzobispado por el camino más corto y a una responsabilidad cercana a los órganos de gestión de la Archidiócesis. Afirma que trabajar en la curia diocesana es “la forma concreta en la que puedo llevar a cabo mi misión evangelizadora en la Iglesia”. Este ha sido el lugar en el que ha podido desarrollar “los talentos que he recibido y tratando de que se multipliquen al servicio de la Archidiócesis”.

Refutando una leyenda urbana, de la que se hace partícipes a algunos habituales de la plaza Virgen de los Reyes, conviene aclarar que nuestra María del Monte no reside en el Arzobispado. Está enraizada en Dos Hermanas, y su parroquia de referencia es la de Santa María Magdalena, al amparo de la protectora de la villa, la Virgen de Valme.

María del Monte –Monte en las distancias cortas- es fiable, apelativo que a estos niveles concuerda con juiciosa y reservada. La palabra justa en el contexto adecuado. De ciertas personas a las que se podía confiar el mayor de los secretos, monseñor Asenjo solía decir que eran “gente de casa”. No en vano, treinta años de experiencia avalan su conocimiento de la diócesis. Concibe la Iglesia como “la comunidad de vida en la que sé que siempre voy a encontrarme con Alguien que me espera y cuenta conmigo”. Ha trabajado para tres arzobispos y bajo el pontificado de otros tantos pontífices, y ahora que los vientos sinodales agitan una reflexión de calado en la Iglesia, se convierte en la referencia por la que pasan todos los procesos de beatificación y canonización que se inician en la Archidiócesis. El santoral sevillano se enriquecerá con nuevos testigos de la fe, y el camino a los altares estará bien custodiado.

“La Iglesia es la comunidad de vida en la que sé que siempre voy a encontrarme con Alguien que me espera y cuenta conmigo”.

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