‘María, madre de nuestro Salvador’- Formación permanente 03

Tercera sesión de la iniciativa de formación de la Delegación diocesana de Apostolado Seglar, que se hace eco del lema del pasado Congreso Nacional de Laicos que fue vivido por todos los que participaron como un renovado pentecostés. Con una periodicidad quincenal, se puede visionar en el canal de youtube de Archisevilla Siempre Adelante

IDEA CENTRAL

María es la “llena de gracia” (Lc 1, 28). “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo” (Mt 1,23), nuestro Salvador, Jesucristo.

NUESTRA FE

María tiene una misión: ser la madre de nuestro Salvador, por tanto, nuestra madre. María desde su sí incondicional a Dios y su profunda alegría responde sin miedo a su llamada. María, que es un portento de la gracia, siempre nos lleva a su Hijo, nos ayuda a escuchar a Dios, a responder con alegría en cada momento.  María, la madre de Jesús y nuestra madre, nos ayuda a tomar decisiones definitivas. Ella lo hizo primero.

¡Qué hermosa es María!… Dios la llama: ¡Madre! Y nosotros por su Hijo la llamamos también ¡Madre! María, en su pequeñez, se abre a Dios y nos enseña el camino, nos señala siempre a su Hijo, nuestro Salvador, que nos manifiesta cuánto nos quiere Dios a cada uno de nosotros, como si fuéramos únicos.

Ella nos habla cada día de Dios, nos habla de lo que tiene en su corazón. María abre siempre nuevos horizontes en nuestra vida. María no es un recuerdo, una devoción más, ella acoge el amor de Dios, hecho uno de nosotros, y lo entrega al mundo para que el mundo crea. Por eso, María es una manifestación concreta de lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas, de lo que hace Dios en tu vida. Sí, María se deja sorprender por Dios. Ella nos enseña que debemos arriesgarnos, que debemos traspasar nuestras propias limitaciones para ponernos al servicio de los demás.

María nos enseña a estar siempre junto a su Hijo, ella es nuestra mayor protectora, pero también nos ayuda a salir de nuestras seguridades, a emprender nuevas aventuras, a buscar a Jesús entre las cosas de este mundo, en medio de nuestros conciudadanos. María es la Madre de toda la humanidad, la Madre de la Iglesia, Jesús nos confía en sus manos, así que, ante las dificultades de la vida, María no nos deja solos, porque somos sus hijos. Ella nos sostiene, nos acompaña y nos da la Vida con mayúscula, a su hijo Jesucristo.

DIALOGAMOS JUNTOS

Mirada creyente

Muchas veces contemplamos a María en medio de nuestras devociones, pero su presencia en el Evangelio es clave. Por ella somos cristianos, por su sí, hoy -dos mil años después- creemos que Dios nos ha salvado a través de su hijo Jesucristo, que en Él todos hemos sido redimidos.

Ella está en la cabecera de nuestros enfermos, en nuestras carteras, en nuestras casas, su imagen llena nuestros templos y sale a la calle a encontrarse con nosotros adornada de mil devociones, que la tradición y el cariño de generaciones y generaciones ha ido cincelando en nuestros corazones.

Con la palabra “Madre” nos llenamos la boca, pero quizá muchas veces el polvo de la vida se va acumulando en nuestro camino y María queda lejana como entre la niebla de nuestra niñez, la bruma de nuestros recuerdos de infancia y juventud. La vida quizá nos hace olvidadizos y no recordamos nuestras raíces, nuestras primeras devociones, nuestra cercanía y confianza con ella.

Una pregunta: ¿Cómo vivo hoy mi relación con María, profundizo en lo que es, o me quedo solo en lo recuerdo de lo vivido o en una devoción más?

Reflexión desde la vida cristiana

Probablemente nunca nos hayamos preguntado cuál es el papel de María en nuestra vida. Y, sin embargo, ella es el puente por el cual Dios se acerca a la humanidad y la salva. Sin el sí de María, pronunciado libremente, nada hubiera sido igual.

La figura de María muchas veces la vemos reflejada en nuestras madres, su sacrificio, su entrega, su acogida, su… Quizás alguno se haya preguntado ¿Cómo haría Dios a su Madre? Virgen, Inmaculada, llena de gracia… Dios se hizo a su madre, tan madre que rompió en maternidad divina, encarnando al mismo hijo de Dios, al mismo Dios. Nuestra mente nos puede decir que es imposible, pero para Dios nada es imposible.

Con ella no vivimos de nostalgias, con ella nos sentimos hijos de un mismo Dios, con ella nos sentimos corredimidos, nos engendra a una vida nueva.

Nos tendríamos que preguntar: ¿Nos podemos considerar cristianos si no tenemos a María como madre? ¿Qué papel tiene María en mi vida? ¿Cómo me acerco a su realidad de Madre de Cristo y, al mismo tiempo, de todos nosotros? ¿Es para mí María solo una devoción más o cuento con ella para llegar a su Hijo, nuestro Salvador?

Un compromiso abierto a los demás

María, a lo largo de los siglos, ha sido aclamada como reina y señora, como madre, como modelo, como… Pero hoy qué le dice María al mundo, a esta sociedad en la que vivimos precipitadamente. Qué ejemplo nos da ella, una mujer envuelta en el ropaje de la historia, que sin embargo se nos muestra actual y nos interpela cada día con su presencia amorosa en medio de nuestra compleja existencia. ¿Acudimos a ella, le pedimos consejo, le abrimos nuestro corazón, le pedimos ayuda, nos dejamos acompañar por ella?

Jesús y María tienen que formar parte de nuestra vida, y nos tienen que ayudar a comprometernos, como ella se comprometió, con libertad, pero con total entrega a transformar su tiempo, a abrir nuevos horizontes a la humanidad.
Es esencial para nuestra vida cristiana tener a María como madre, por ella se nos da Jesús y por ella nuestra vida adquiere un nuevo sentido, al ponerse de forma concreta al servicio de los demás.

Una pregunta: ¿Cómo podemos ayudar a que muchos bautizados comprendan cuál es el papel de María en nuestra salvación?

VÍDEO DE LA SESIÓN DEL FORO PERMANENTE ONLINE

(*) Estos textos están inspirados en el Itinerario de Formación Cristiana de Adultos – Ser cristianos en el corazón del mundo-, de la Conferencia Episcopal Española, publicados por la Editorial EDICE.

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