“Mi vida es un continuo nacer del Niño Jesús todos los días”

Isabel Olivares es maestra de educación infantil y hace apostolado del movimiento de Cursillos de Cristiandad. Nació en Linares y es la menor de tres hermanos. 

Conversar con Isabel Olivares implica hablar de Dios, sin importar el momento o la circunstancia. Ella tiene presente a Cristo continuamente: “No hago nada sin consultarle, lo tengo ahí para todo”.

Esta linarense profesora de Educación Infantil se plantea su vida como una misión: “Sé que tengo que llevar al Señor a los demás, aunque aún no haya descubierto mi lugar”. 

Noviembre de 1994 es una fecha que cambió su vida. Ese mes hizo un Cursillo de Cristiandad, el 585, en el que tuvo un encuentro con Cristo: “Ahí me di cuenta de que tenía un Padre que me quería. Asistí a una Ultreya durante la visita del Papa a Sevilla en 1993. Llegué a casa diciendo que quería hacer un cursillo; mis padres me dijeron que ellos eran cursillistas. Lo hice, y estando ante el Sagrario me di cuenta de que había sido un antes y un después en mi vida”. 

Su misión la lleva a cabo principalmente en su colegio. En los alumnos ha descubierto que puede “ser fecunda siendo cristiana en el trabajo”. También en el apostolado del movimiento de Cursillos de Cristiandad, en el que está disponible para lo que sea requerida.

Aunque sus miras misioneras van algo más lejos de Sevilla. Isabel ha hecho 14 experiencias en Hispanoamérica con sacerdotes diocesanos cursillistas. “Eduardo Martín Clemens me dijo que probara a irme a Perú a un hogar de niños de la calle. Desde entonces me quedé muy enganchada a la misión”.

Las últimas ocasiones ha estado en la selva, con más incomodidades, aunque descubriendo en ello una mayor alegría: “Perú es para mí una segunda tierra, es el sitio donde más cercana me siento con Dios. En la humildad de sus gentes encuentro el amor puro que el Señor te da cuando tú te das al cien por cien”. 

Isabel está dispuesta a hacer lo que el Señor quiera de ella en cada momento. Para ella, la Navidad es justamente eso, “aceptar lo que el Señor me quiera ir dando: mi vida es un continuo nacer del Niño Jesús todos los días” 

 

 

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