Sacerdotes felices con buena salud espiritual

 

Quisiera desde este espacio mostrar mi agradecimiento y respeto hacia los sacerdotes.

Cuando se reúnen todos los años el 10 de mayo, celebran la fiesta de su patrón San Juan de Ávila.

Es un momento de agradecimiento  y de homenajear también a los presbíteros que han cumplido cada año sus bodas de plata y oro sacerdotales.

Según me decía uno de ellos, manifiestan su unidad y armonía y al mismo tiempo dan las gracias al Señor  por avanzar en su vocación con una gran esperanza para el futuro.

Dan gracias porque Dios los ha elegido y se ha fijado en ellos para llevar adelante su Misión y con ella les da las fuerzas necesarias para cumplirla.

Me decía también ese sacerdote, “los curas somos felices en nuestra vocación”.  ¡Qué hermosas palabras!

A propósito de su felicidad, les animo a leer los resultados de una encuesta publicada por la Universidad de Chicago.

Hay  muchos sacerdotes valientes que se dejan asistir por el Espíritu Santo en situaciones muy difíciles y las afrontan con mucha fe en la Voluntad de Dios. Me viene como ejemplo de ello la actitud que demostró en su vida Monseñor Romero recientemente beatificado.

Su lema “sentir con la Iglesia”, fue su programa de vida para afrontar la  situación que vivía su país y tomó decisiones siempre buenas.

Son personas  que por amor se dan a los demás. Toman como opción de vida la entrega preferencial a los pobres como nos predica en múltiples ocasiones nuestro querido Papa Francisco.

“El sacerdocio es el amor del Corazón de Jesús”.  ¡Qué bonitas palabras de S.Juan María Vianney!

Y el Papa Francisco también comentó: “Sean pastores….. Sean mediadores,….tengan siempre presente el ejemplo del Buen Pastor, que no vino para ser servido, sino para servir, y buscar y salvar lo que estaba perdido”. “….pastores con olor a oveja y sonrisa de padres

San Juan Pablo II dedicó muchas audiencias de los miércoles a hablar sobre los sacerdotes, su Misión, su necesidad dentro de la Iglesia y la exigencia de su santidad.

Hay una bonita oración para la santificación de los sacerdotes de Santa Teresa de Lisieux. La podríamos hacer en el mes de junio dedicado al Corazón de Jesús.

Para mí son un testimonio de fidelidad y de trabajo constante por el Reino de Dios.

Creo, en mi humilde opinión, que los sacerdotes gozan de buena salud espiritual cuando son fuertes en su vida  tres pilares: oración personal, adoración ante el Santísimo y presencia frecuente en el confesionario comunicando la gran Misericordia de Dios.

Me lo confirmaba también un sacerdote en una conversación que tuve con él sobre su vocación.

Todos pasan por etapas en la vida sacerdotal como nosotros los laicos casados en nuestra vocación al matrimonio.

Constatan con su vida y su testimonio que Dios es bueno, que es fiel, que perdona sus pecados, que sigue contando con ellos y que cumple  sus promesas.

Lo verdaderamente importante para ellos  es elegir el camino bueno y trabajar con fuerza y esmero aquello que les encomienda su Pastor.

Creo firmemente,  y lo hemos experimentado en nuestra familia,  la necesidad de que nos acompañen los sacerdotes en nuestra vida matrimonial y familiar.

Algo providencial para nuestra familia, ha sido que  sacerdotes de nuestra Diócesis se formen   junto a varios matrimonios como nosotros en los estudios del Máster de Pastoral Familiar del Pontificio Instituto Juan Pablo II durante tres años.

Hemos llegado a compartir tantas experiencias y nos han guiado tanto en nuestra vocación al matrimonio….

Un sacerdote  dijo en una ocasión a un matrimonio: “Sois mi Betania”. Esta frase expresa toda una comunión entre dos vocaciones preciosas: vida sacerdotal  y vida matrimonial.

Le pido a Dios, que les ayude a permanecer  fieles a su vocación, como buenos operarios de la viña del Señor y que su testimonio nos siga ayudando en nuestra vida. Así sea.