Viernes después de Ceniza (A)

Lectura del santo evangelio según San Mateo (9, 14-15)

Los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo y entonces ayunarán.

Comentario

¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo?

Los discípulos de Juan el Bautista se interrogan acerca del cumplimiento del ayuno que imponía la ley mosaica. Hoy, viernes después de Ceniza, es día de abstinencia, quedando reservado el ayuno para el arranque de la Cuaresma y el Viernes Santo, aunque los ordinarios hispalenses acostumbran a dispensar dadas las especiales circunstancias que concurren en la diócesis con la salida de procesiones. Cabe pues interrogarse también por el sentido del ayuno o de la abstinencia de comer carne que la gastronomía sevillana supo suplir con deleitosas especialidades. Cabe plantearse cuál es la abstinencia que agrada a Dios, tal como la primera lectura de la jornada, extraída del tercer Isaías, o hace el salmo del Miserere que hoy se proclama. Al fin y al cabo, lo que Jesús hace con la norma del ayuno hebraica es pasarla por la actitud del corazón, encarnando el rito en un momento y una circunstancia determinados. La propia liturgia nos invita, como cada viernes en los laudes, a cantar hoy: “El sacrificio agradable a Dios es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú, oh, Dios, tú no lo desprecias”.

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