19 de marzo, el Día del Padre

Un nuevo 19 de marzo, y otra vez celebramos el Día del Padre. En el mes de mayo celebraremos el Día de la Madre. El día 15 de mayo es el Día de la Familia y el 1 de mayo el Día de la Madre. También celebramos el Amor Fraterno cada Jueves Santo en el marco de nuestra querida Semana Santa. Son celebraciones esenciales a las que dedicaremos un texto en este blog. Ahora celebramos el Día del Padre. Los padres tienen un papel esencial en la familia tradicional actual. No voy a incidir en cómo se sustituye este papel en otros modelos de familia. Muchas veces, ya muchos años, hemos incidido en el sufrimiento de las mujeres en el mundo, lo cual incluye el sufrimiento de las que son madres. Seguiremos insistiendo en ello porque la cuestión va peor cada año, más guerras, más inmigrantes, más hambre, más carencia de todo en un mundo que ha perdido la sensibilidad y la necesidad colectiva de contribuir al bien común, un mundo narcisista y egocéntrico auspiciado por el capitalismo globalizado. El libro del Papa Francisco, de 2024, que tiene por título Te deseo la felicidad, incluye un prontuario de deseos relacionados con ese deseo de felicidad y bienestar colectivo al que todos deberíamos contribuir. Y debemos celebrar en el Día del Padre el papel en este sentido de cada padre en su familia.

Evidentemente, los padres no pueden hacer nada por las carencias que genera un sistema social injusto, por mucho que los políticos digan que la economía española va disparada, en las reuniones del G20 o del Foro de Davos, una economía que induce cada año mayores brechas, descartes y personas cada vez más desposeídas. Los padres, a veces con grandes limitaciones económicas, llevan bienestar y felicidad a sus familias. Hay muchos hijos que tienen que seguir viviendo con sus padres, soportados económicamente por ellos, en un país que está a la cola en la Europa más desarrollada en vivienda pública. Benditos sean estos padres. Y no quiero olvidar en este post en este día a los padres de los países en guerra o los padres que emigran con sus hijos en muy penosas condiciones, viendo a sus hijos morir en lodazales, ríos o fronteras de concertinas. En la guerra de Ucrania han muertos varios miles de personas, muchos padres habrán visto morir a sus hijos, y en la guerra de la franja de Gaza han muertos muchas más en mucho menos tiempo, se estima que unos 15.000 niños. ¿Cuánto habrá sido el sufrimiento de sus padres? La franja de gaza sufre actualmente la mayor hambruna del planeta, ¿Cuánto habrá sido y está siendo el sufrimiento de los padres al ver a sus hijos morir de hambre? Y el mundo expectante y mirando el sufrimiento colectivo de ucranianos y gazatíes, favoreciendo en muchos casos el negocio de las armas, con la idea de que hay que armarse para tener paz. ¿Qué opinan los padres que sus hijos han muerto sobre esta execrable idea? En la franja de Gaza han muerto más niños en seis meses que en todas las guerras del mundo en los últimos cuatro años. ¿Qué mensaje mandamos a sus padres?

El día 19 de marzo es un día importante, celebramos el Día del Padre, una celebración merecida que debemos cultivar. Pero en este blog quiero también recordar la figura de San José, el padre terrenal de Jesús, el Hijo de Dios. El Papa Francisco ha invitado a los católicos a invocar siempre a san José, sobre todo en los momentos difíciles, pues es el protector de la familia, unidad esencial de convivencia, aprendizaje y sobre todo amor. Nos dice el Papa: “En la vida, en el trabajo, en la familia, en la alegría y en el dolor san José siempre buscó y amó al Señor, mereciendo en las Escrituras el reconocimiento de un hombre justo y sabio. Invócale siempre, sobre todo en los momentos difíciles, y confía tu existencia a este gran santo“. San Josémaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, invitaba a querer e imitar a san José: “San José, hijo mío, es la criatura humana más excelente después de Santa María. Quiere mucho a San José, que es verdaderamente poderoso. La vida interior consiste en tratar a Dios y a la Madre de Dios, y nadie los ha tratado con más intimidad que san José. Lo invoco siempre, varias veces durante la jornada. No me importa nada decirlo”.

En los Evangelios Canónicos solo los Evangelios de Mateo y Lucas recogen la figura de José. También la recogen varios Evangelios Apócrifos, en los denominados Evangelios de la Natividad del Señor y Evangelios de la Infancia de Jesús, como el Protoevangelio de Santiago, el Evangelio del Pseudo Mateo, el libro sobre la Natividad de María, el Libro sobre la infancia del Salvador, el Evangelio del Pseudo Tomás, el Evangelio Árabe de la Infancia, el libro de la Historia de José el carpintero, el Evangelio Armenio de la Infancia, o el Libro de la Infancia del Salvador. El texto de autor desconocido, posiblemente escrito entre los siglos IV y VI, se describe la muerte de José, con seguridad muy anciano, en compañía de Jesús y María.

En el Evangelio de Lucas se describe la primera Pascua de Jesús, cuando el Salvador tenía doce años. Tras el suceso del encuentro de José y María de Jesús sentado en medio de los doctores oyéndolos y preguntándoles (Lucas, 46-50), este evangelista relata el regreso a Nazaret: “Jesús fue con ellos a Nazaret, y vivió bajo su tutela. Su madre guardaba estas cosas en su corazón” (Lucas, 51-51). La figura de san José debe entenderse a partir de ambas perspectivas registradas en los Evangelios de Mateo y Lucas, leídas de manera conjunta, pues enriquecen la comprensión de la figura de san José.

El domingo 10 de marzo, IV de Cuaresma, se celebró el Domingo Laetare, un canto al amor y a vivir en luz. El Papa Francisco ha dicho, en relación con esta celebración litúrgica: “Cuanto más amamos, más somos capaces de dar. Es hermoso encontrar personas que se aman, que se quieren y comparten la vida. No es importante sólo lo que podemos ganar sino sobre todo el amor que sepamos dar”. Desde pequeño he tenido veneración por san José, y en cada Navidad miraba su figura con cariño en el belén familiar de mis padres; lo sigo haciendo en el belén familiar que tenemos actualmente en mi casa y el belén que ponen mis hijos en sus casas. Es tan importante para nosotros los católicos la figura de san José que el Papa Francisco le ha dedicado un libro “San José, corazón de padre”. Nos dice el Papa que: “José es un hombre normal y su santidad consiste en haberse convertido en santo a través de las circunstancias buenas y malas que ha debido vivir y afrontar”. Sin embargo, siempre me ha llamado la atención el escaso detalle de los Evangelios de Lucas y Mateo, únicos donde aparece, de su vida, desapareciendo cuando Jesús tiene doce años. Estoy seguro de que fue una figura esencial en la vida y formación de Jesús y, sin embargo, no hay ninguna referencia, simplemente desaparece en los relatos evangélicos. José protegió a Jesús y a María en todo momento: en el viaje a Belén, en la noche del parto, abandona Belén hacia el exilio y vuelve cuando considera que la situación para María y Jesús es segura. Un ángel del Señor le auxiliaba en sueños para sus decisiones. No hay que olvidar su capacidad de discernimiento en el momento de ser consciente del embarazo de María en una sociedad que mostraba gran dureza en este tipo de circunstancias. He pensado muchas veces en cómo sería la vida de Jesús entre los doce y los treinta años, cómo sería la vida con sus padres, cómo sería la relación con su padre José, ¿De qué hablarían? ¿Qué le enseñó José? Está claro que debió ser esencial en la formación del Divino Salvador. Recuerdo mis estampitas, así se llamaban antes, de Primera Comunión. La que más me gustaba era la que reproducía el cuadro de Murillo, La Sagrada Familia del pajarito, pintado en el año 1650, donde san José tiene amorosamente, con una sonrisa tierna, cogido a Jesús que tiene en la mano un pajarito, posiblemente un gorrión, mientras mira un perrito. Quizás ambas cosas se la regaló José. Cuando miro este cuadro pienso en mi nieto y su interés por los animales, especialmente los pajaritos.

Deseo tener aquí un recuerdo para el padre de mi esposa, Juan, hombre de fe, que me ofreció en Sevilla su cariño de padre y del que aprendí importantes cosas. Y, por supuesto, quiero tener también un recuerdo amoroso para mi padre. Fue para mí una figura esencial, que desgraciadamente me dejó pronto para ir al Cielo, del que aprendí un catolicismo activo y profundo, así como una intensa conciencia social que le he agradecido siempre. Recuerdo que una vez le pregunté de parte de quien había que estar. Recuerdo, y llevo en el corazón su respuesta: “Con los débiles, los necesitados y los que menos tienen”, una respuesta llena del Evangelio de Jesús. He procurado, papá, hacerlo siempre.

En mi despacho de la universidad tengo un azulejo donde se puede ver a san José con Jesús en el hombro, fue un regalo de la Fundación CEU San Pablo que me acompaña. También en mi casa, en la habitación donde trabajo y escribo tengo una imagen de escayola de san José, con María y Jesús que me pintó mi hijo cuando tenía cuatro años.

Recomiendo la lectura de tres libros sobre la importancia de la figura de san José: José, esposo de María, de Federico Suárez, escrito en 1982; J. L. Martín Descalzo
Vida y misterio de Jesús de Nazaret, escrito por J. L. Martín Descalzo en 1987, agradezco aquí al padre de mi esposa que me lo regalara; y San José. Acoger, proteger y alimentar, de Fabio Rosini, escrito en 2021. Las tres palabras que parecen en el título de este último libro, es decir, acoger, proteger y alimentar creo que son esenciales si pensamos en los padres.

Finalmente, en este recorrido literario por el Día del Padre, quiero dedicar un párrafo a mi hijo Quique, padre desde hace ya casi un año de un precioso niño, llamado también Quique, mi querido nieto. Veo cada día como es un magnifico padre, junto a su esposa la madre de Quique, formando una familia que acoge, protege, alimenta, quiere y enseña a su hijo, como hizo san José con su familia, que crece, como Jesús, en amor y sabiduría, lleno de felicidad y llenando de luz a toda la familia y sus padres guardan estas cosas en su corazón como hizo María en relación con Jesús (Lucas, 2, 19).