Día de la Madre

En la revista Iglesia en Sevilla (nº 386, semana del 5 al 11 de mayo) dedicaba su editorial nuestro arzobispo Monseñor José Ángel Saiz Meneses al Día de la Madre, recordándonos, especialmente a los católicos, que el mes de mayo es el mes de María. Este día conmemorativo se celebra en todo el mundo, si bien con fechas distintas, pero siempre con el motivo del reconocimiento del papel de las madres en la familia y en el conjunto de la sociedad. De acuerdo con fuentes de internet (Wikipedia), en España, este día se celebra el primer domingo de mayo desde 1965. Es cierto que el mundo comercial lo ha convertido en un día singular, pero esto no importa para que sea un día muy importante de reconocimiento a una figura esencial y también para recordar el papel de María en la Iglesia. Nos dice nuestro Arzobispo cosas muy relevantes en este día en el editorial citado, manifestando que la maternidad es un misterio maravilloso en el que la mujer colabora con Dios en la procreación de la vida humana desde su seno. Hoy es el día donde debemos recordar a nuestras madres, que hicieron posible que tengamos hoy la posibilidad de escribir letras de reconocimiento y leerlas, y divulgar entre nuestros próximos la esencialidad de la madre.

También quiero aquí agradecer y reconocer el papel de las madres que he conocido y me rodean. La madre de mi esposa, Teresa, un ejemplo para todos; la madre de mis hijos que tanto bien les ha dado en todos los sentidos y ahora abuela ejemplar; la madre de mi nieto, Eli, con infinitos cuidados y risas para él; mi propia madre, Rosario, que tanto me enseñó y cuidó; también la madre de mi nuera, Concha; o las madres de mis sobrinos Ana y Guille; son ejemplos de entrega y amor, haciendo posibles tantas cosas, construyendo un mundo mejor para todos. Y también quiero recordar especialmente aquí con agradecimiento a las tías que son verdaderas madres de sus sobrinos, como mi tía Enriqueta conmigo, o mi propia hermana Pilar, a veces madre, o mi hija Teresa con mi nieto; también a la madre de la tata de mi nieto, María Luisa, o las madres de mis amigos y amigas. Muchas madres a la que agradecer su entrega en este día. Gracias de corazón.

Quiero reconocer aquí el papel de madre de muchas mujeres de la vida consagrada, a veces olvidadas en este día. También quiero no dejar en el olvido a esas madres que cuidan solas a sus hijos tomando la guía del hogar y sus responsabilidades con gran generosidad, como María José, Alicia e Irene. Creo que hoy es justo reconocer la injusticia, ejemplo de la capacidad de hacer daño de la especie humana, que sufren las madres palestinas de la franja de Gaza. Han muerto más de quince mil niños en siete meses ante sus madres desesperadas, también han muerto muchas madres, y con la manifiesta pasividad del mundo. Igualmente, recordar a las madres que sufren por sus hijos en Ucrania desde 2022. No quiero olvidar hoy a las madres de Israel, y sus hijos, que murieron el siete de octubre. También quiero recordar a esas madres migrantes buscando un mundo mejor para sus hijos ante un mundo que no las acepta. Deseo tener un recuerdo para las madres saharauis hacinadas en campos de refugiados de Argelia, sin esperanza, olvidadas, cuidando de hijos sin futuro.

Tenemos mucho que celebrar en este día y mucho por lo que indignarnos. Hay mucho por lo que rezar. Nos dice nuestro Arzobispo que ellas guiaron nuestros primeros pasos, nos enseñaron las primeras palabras, fueron nuestro apoyo en todas las circunstancias y etapas de crecimiento, y fueron y serán siempre puntos de referencia en el camino de la vida. Monseñor Saiz Meneses, en relación con todas las madres que sufren en el mundo, nos pide que recordemos, y meditemos, que la Virgen María, que caminó en la oscuridad de la fe y estuvo unida a su Hijo hasta la cruz, las consuele y les dé la certeza de que su amor y sacrificio nunca serán inútiles.

En el libro La felicidad en esta vida, el Papa Francisco dedica un capítulo a la familia, titulado La familia, plenitud de vida. En él, podemos encontrar ideas importantes para meditar y conservar en lo más profundo sobre la familia y la madre en cada una de ellas. El Día de la Madre es un día para celebrar, individualmente, colectivamente como sociedad y en familia. Un día para recordar a todas las madres que sufren en el mundo cada día, que ven morir a sus hijos ante ellas de forma injusta e incomprensible para ellas. Un día para agradecer todo lo que hacen las madres que nos han rodeado y nos rodean. Un día de alegría colectiva con ellas. Un día para rezar cada uno por la gracia recibida de la existencia de nuestras madres, tanto propia como de todas las que forman parte de nuestra vida.