Canción de cuna

En 2019 cumple 25 años uno de los trabajos más valorados de José Luis Garci. “Aquí hay tanta paz, tanto sosiego, y fuera hacemos tanto ruido”. Estas palabras, puestas en boca de uno de los protagonistas de “Canción de cuna”, son como un resumen de la sensación que domina en el espectador cuando acaba de ver la película. Ganadora del Gran Premio Especial del Jurado y a la Mejor Dirección Artística en el Festival de Montreal 1994, y galardonada con cinco Goyas ese mismo año, la cinta fue también candidata al Oscar por España.

Con este melodrama que le hizo llorar de joven, Garci regresaba la gran pantalla tras siete años alejado de las cámaras. La historia está basada en una obra teatral del mismo título, escrita en 1911 por Gregorio Martínez Sierra (1881-1947), aunque la autoría se atribuye a su esposa, María de la O Lejárraga. La acción se sitúa a finales del siglo XIX en un convento de Castilla. Las primeras imágenes nos adentran en el ambiente de la clausura y en la vida cotidiana de un grupo de monjas dominicas: austeridad, paz, trato con Dios, trabajo en la huerta o en la cocina… De pronto, la sosegada vida de estas monjas se ve alterada por un acontecimiento singular: el abandono de una niña de mes y medio a las puertas del convento.

El propio Garci y Horacio Valcárcel firman el guión, que está al servicio de una exquisita puesta en escena. Garci ha puesto verdadero mimo para cuidar cada detalle, haciendo que un pájaro, un jarrón, una botella de vino o un simple caramelo sean algo importante. Porque “saber mirar es saber amar”, se afirma por dos veces en la película. Al frente del reparto, dos actores perfectamente acoplados: Fiorella Faltoyano, como la madre superiora, y Alfredo Landa en el papel de D. José, el médico. Les acompañan como secundarios, entre otros, Maribel Verdú, Carmelo Gómez, Amparo Larrañaga y María Luis Ponte (uno de los Goyas fue suyo). Y luego está la formidable fotografía de Manuel Rojas, la dirección artística de Gil Parrondo o el vestuario de Yvonne Blake, también recompensados con sendos Goyas.

“Si no consigo que la gente salga llorando del cine habré fracasado”, había comentado Garci. La verdad es que esta “Canción de cuna” sonó muy bien en taquilla y, sin cruzar la frontera del sentimentalismo o la cursilería, logra arrancar al espectador un buen puñado de emociones.

 

 

Juan Jesús de Cózar

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