El pequeño ángel

A unas semanas de las Navidades dedicamos estas líneas a una película norteamericana infantil de 2011, apropiada para esas fechas. El pequeño ángel es una producción modesta pero simpática, dirigida especialmente a niños y niñas de 5 a 8 años. Quizá sea esta una de sus principales virtudes: lograr la necesaria sencillez visual y narrativa capaz de captar la atención de un público de tan corta edad. El filme se basa en un conocido relato titulado The Littlest Angel, que Charles Tazewell publicó en 1946 y que pasa por ser uno de los 15 libros infantiles más vendidos de la historia.

Dirigida por Dave Kim, especialista en efectos visuales que ha trabajado en títulos como In Time o Iron Man 3, la cinta nos cuenta la historia del más joven de los ángeles que vive en el cielo. Nuestro pequeño protagonista acude a una academia de ángeles para que le enseñen a cantar, hacer nubes o volar, pero él es inquieto, travieso y muy torpe. Para encontrar el regalo más especial y llevarlo al Niño Jesús el día de Navidad, regresará junto a su cachorro Halo a la Tierra, dónde les esperarán grandes aventuras.

Como el libro, la película está concebida con una clara finalidad formativa: afianzar en los más pequeños la visión de un Dios cercano, orientar sus primeros sentimientos y sus intuiciones básicas hacia la figura paternal y acogedora del Creador, y subrayar la alegría del nacimiento de Cristo en Belén. Además, propone un hermoso mensaje de fondo: el de ofrecer a Dios lo más valioso de nuestra vida.

A pesar de su falta de pretensiones artísticas, El pequeño ángel brinda a los padres la oportunidad de aprovechar esas imágenes para transmitir a los más pequeños de la casa valores humanos y espirituales, de una forma atractiva y entretenida. Porque los padres forman la conciencia religiosa de los hijos pequeños más con la vivencia que con la ciencia; más con la experiencia que con la doctrina; y con el diálogo más que con la instrucción.

«Porque amaba a mis padres, amaba a Dios. Porque confiaba en mis padres, creía en el Dios en el que ellos creían, y que Él había hecho lo que ellos me decían que había hecho. Creía que la Biblia era verídica porque ellos decían que lo era”. Estas palabras de Kimberly Hahn en el libro Roma dulce hogar: nuestro regreso al catolicismo (Ed. Rialp. Madrid 2000, p.25), resaltan la apasionante tarea de los padres en la formación religiosa de sus hijos; una labor que puede encontrar en producciones como “El pequeño ángel” una asequible y valiosa herramienta.

Juan Jesús de Cózar

 

 

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