Un icono masacrado

El icono de “La Anunciación” no ha dejado indiferente a nadie.

Procede de la ciudad de Homs, ciudad siria que, como otras tantas,  ha sufrido el horror de la guerra y donde los cristianos sufren persecución. Vemos en él una bala incrustada  y varios  impactos de metralla. Se refleja en él que personas inocentes han sido víctimas de  esta guerra.

La bala incrustada representa el horror que sufre el ser humano por la guerra, por la persecución, por el atentado contra la libertad de profesar la fe en la que cree.
Estos hermanos nuestros nos interpelan, necesitan que les ofrezcamos nuestra voz, ya que ellos no la tienen. Han sido víctimas del mayor de los atentados como tantas a lo largo de la historia de la Iglesia.

A una señora ciega le mostré el icono cogiendo sus manos y pasándolas suavemente  por su superficie. Tocó la bala, sintió, lloró y rezó ante él; se tapó sus ojos posteriormente por si tal vez llegaba  el milagro de la vista. Ella vivió esa experiencia con fe.
Esa fe que no nos van a arrebatar nunca, esa fe que vencerá por encima de cualquier circunstancia, sea la que sea. Persecución e incluso si llega, la muerte; pero una muerte siendo libre, dando hasta la última gota de la sangre por Él.

Estos hermanos nuestros perseguidos, son testimonio para nosotros, su martirio es semilla de nuevos cristianos.

Se repite la historia de un perseguido que hoy sigue siendo perseguido.

Se repite en tantas personas que, a pesar de ser víctimas de tanta violencia, dan un testimonio de perdón.

La bala intenta arrebatar  lo más profundo del ser humano, pero no lo consigue. Se queda ahí, haciendo que su contemplación lleve a muchos a interpelarse cómo viven su fe.

De un mal sale un bien mayor. La gente se acerca a Dios al contemplar tanto sufrimiento, muchos universitarios que tuvieron la oportunidad de ver de cerca el icono, se quedaron en silencio atónitos mirándolo…

Quién sabe qué les diría este icono masacrado, a  qué reflexión les llevaría después, a cuántos compañeros más se lo contarían…

Estamos en una época en la que necesitamos estos testimonios para que nuestra fe se fortalezca y estos hermanos nuestros nos están dando un ejemplo de cómo hay que vivir la fe hasta la heroicidad.

El icono de Homs es el icono de cada uno de nosotros, nuestra trayectoria vital a través de las vicisitudes de la vida, es el icono de la Iglesia que camina en un mundo donde es atacada, es la esperanza de que el mal no la vencerá porque tenemos la esperanza de que Dios está en su Iglesia.

Un icono que se fue de Sevilla pero que no dejó a nadie que lo contempló, indiferente.

Afortunadamente, estas y otras muchas miles de personas que sufren el horror de la guerra,  no se encuentran solas  gracias a la Fundación Pontificia, Ayuda a la Iglesia Necesitada,  promovida por el Papa Pío XII e  iniciada por el P. Werenfried en 1947, para ayudar pastoralmente a la iglesia necesitada o que sufre persecución en cualquier parte del mundo.