Santos Carlos Luanga y compañeros, mártires (B)

Lectura del santo Evangelio según Marcos (12, 28b-34)

Un escriba que oyó la discusión, viendo lo acertado de la respuesta, se acercó y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?». Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos». El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Comentario

No hay mandamiento mayor que estos
De nuevo, una prueba para Jesús, un brete al que lo ponen para tener algo de lo que acusarlo. La ley mosaica tenía más de 600 prescripciones en todos los órdenes de la vida para ser fiel cumplidor de lo que mandaba Dios a los hijos de su pueblo elegido. Y entre ese marasmo de normas de obligado cumplimiento, el escriba -intérprete de la ley- inquiere cuál es la principal. Algo así como una trampa. Jesús sale airoso del envite porque presenta el amor por encima de todo precepto. Primero, amor a Dios, tal como lo formula el Deuteronomio en la llamada «Shemá Israel», porque esas son las dos primeras palabras del versículo en el capítulo 6: «Escucha, Israel». Amor a Dios con todo: el corazón, el alma, las fuerzas, la mente, en una palabra, todo el ser. Y ese amor de correspondencia porque Dios nos primerea y nos ama primero, tiene su traducción en el amor al prójimo. Son dos caras de la misma moneda: no se puede amar a Dios sin amar al prójimo y viceversa. Jesús pone el amor -a Dios y a los hermanos- en el centro de su predicación. Escucha, lector.

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