Misionar en lo cotidiano

Testimonio María Limón. Profesora de Religión. Misionera en Guinea Ecuatorial durante el verano.

Hace dos veranos María cumplió un sueño: vivió una experiencia misionera.

Concretamente en Guinea Ecuatorial, durante un mes, junto a otros jóvenes que como ella sintieron una llamada especial del Señor.

“Desde los 14 años he tenido espíritu misionero, de hecho, de niña me imaginaba viviendo como misionera en África. Pero cuando tuve la oportunidad enfermé y tuve que posponerlo –recuerda-.

Dos años más tarde volví a intentarlo, pero tampoco salió bien. Así que pensé que Dios no quería eso para mí”.

Hasta ese verano, gracias al apoyo de sus amigos y pese al “miedo lógico de mi familia”. Así, ha podido vivir una experiencia en la que “principalmente hemos evangelizado y compartido la fe”.

Y tras la cual recomienda a otros jóvenes vivirla, “formándose para ello, preparándose espiritual y mentalmente, porque en la misión te juegas a Dios”.

Evangelizando como Profesora de Religión

Pero la misión de María no es un hecho puntual o extraordinario, sino que diariamente evangeliza como profesora de Religión. “Aunque me licencié en Historia del Arte, siempre quise estudiar Teología”, confiesa.

Una oportunidad que se le presentó hace unos años –actualmente está terminando sus estudios en Ciencias Religiosas en el Instituto ‘San Isidoro y San Leandro’ de Sevilla- y que le permitió ejercer como docente. Al respecto, asegura que “es complicado porque he trabajado con muchos alumnos en riesgo de exclusión social, pero con espíritu vivo y alegría por transmitir el Evangelio todo se puede”.

Para ella, lo principal es ganarse la confianza de los jóvenes a través de sus propios gustos e inquietudes, y a partir de ahí “entrar en sus corazones” y animarlos a que te expresen sus dudas e inquietudes espirituales.

Testimonios y acompañamiento

En esta línea, destaca el testimonio de una chica, alejada de la fe, que “empezó a escribirme cartas en las que yo veía cómo iba convirtiéndose, hasta que finalmente se confesó con un sacerdote y se acercó a la Iglesia”.

También recuerda con cariño el caso de una alumna, de apenas doce años, con “una gran fe, muy inteligente y formada en todo lo referente a la Liturgia, los sacramentos y las Escrituras”.

María cuenta cómo esta niña le contó llorando que sus padres se habían convertido al evangelicalismo y cómo ella pretendía seguir siendo católica. “Aun siendo tan pequeña tenía clara su vocación y profesaba una fe muy madura”. Finalmente, la madre de su alumna permitió que su hija siguiera en la Iglesia Católica y agradeció a su profesora de Religión, María, que le hubiera hecho crecer en la fe.

Al igual que estos testimonios, la de nuestra entrevista es una vida de fe, reflejada en el servicio a los hermanos y a la Iglesia con numerosos voluntariados en su parroquia y en Regina Mundi, pero, sobre todo, palpable en su necesidad imperiosa de hablar de Dios y de dar a conocer sus maravillas.

 

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