Un corazón abierto al mundo entero (IV capítulo de Fratelli tutti)

En colaboración con la Delegación diocesana de Medios, el Seminario Metropolitano de Sevilla ha puesto en marcha una campaña de vídeos breves sobre la encíclica #FratelliTutti protagonizados por seminaristas, formadores y religiosas del Seminario.

Si vemos la historia, no es difícil percibir que, a nosotros y a nuestros antepasados, nos gustar mucho hablar de los vencedores en la historia: los grandes políticos, los grandes sabios, los grandes personajes militares, es decir, los que han tenidos grandes éxitos. Porque, muchas veces, tenemos la ilusión de que los relatos de los grandes personajes nos pueden ayudar, en un cierto nivel, a ser iguales que ellos…

Sin embargo, los vencidos, los pequeños y los humildes casi siempre son callados en la historia, y de igual manera también en nuestro mundo actual, tras este fenómeno existe una razón muy sencilla: no son útiles; parece ser que no nos pueden traer nada de recursos económicos para realizar nuestros proyectos y a satisfacer nuestras ilusiones. Cabe la pregunta: ¿esto es lo normal?, ¿nuestra mirada a la realidad del mundo tiene que ser así? o ¿necesitamos algo más? La respuesta cristiana es un SÍ, y un SÍ que se sitúa en un más allá del utilitarismo, necesitamos un giro de mirada: como hizo Jesús, dirijamos nuestra mirada también a los pobres y los humildes.

En el capítulo IV de la encíclica titulado “un corazón abierto al mundo entero”, frente el mundo actual en el que vivimos con la tentación de buscar solamente los bienes y los valores propios de nosotros, tanto en nivel personal como en el colectivo, Papa Francisco propone algunos valores fundamentales cristianos para que podamos reflexionar sobre el mundo en donde vivimos y vivir más cristianamente:

  1. En vez de valorar el éxito que trae el consumismo, el Papa nos invita valorar la dignidad humana y mirar a los más pobres.
  2. En vez de apreciar la prosperidad momentánea de las fronteras físicas o las de ideología, nos invita a tener un horizonte universal, sin perder nuestra identidad.
  3. En vez de buscar nuestra comodidad, busquemos la justicia;
  4. En vez de vivir aislándonos, intentemos buscar una unión entre todos que nos enriquezca y que nos ayude a aplicar una ciudadanía, que se basa en la igualdad de derechos y deberes;
  5. En vez de buscar los intereses propios, intentemos acoger con gratitud a los que tienen necesidad, con sentido de no esperar nada a cambio, del mismo modo que nos hizo Jesús.

Como cristianos tenemos que valorar lo que ha propuesto el Papa Francisco. Esta encíclica, en el fondo, es un llamamiento a nosotros a vivir sin miedo, a imitar a Jesús, quien nos escoge con su amor para que tengamos un corazón abierto al mundo entero, y seamos la sal y la luz del mundo.

Duolu Li
Seminarista de 3º Curso

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