Ahora Adviento y luego Navidad …

¿Quién de nosotros no piensa que la vida pasa a velocidad de vértigo? Seguro que todos. Los días nos parecen que deberían tener más horas  para hacer más cosas, para ver más sitios, para estar más tiempo con las personas que queremos , … pero la realidad es que pensando así nos perdemos lo principal y más importante de vivir: ¡el momento presente! y ser feliz en cada uno de ellos sabiendo que hoy no es ayer y no será mañana.

 Pues sí, hace nada estábamos regresando de las vacaciones de verano y ya estamos con las vacaciones de navidad… y ¿ahora qué? ¿Qué estamos dejando de vivir hoy para programar el día de mañana?

Sin embargo, si vivimos en cada momento lo que toca, nos hace ser serenos de espíritu y de mente, nos hace ser realistas de lo presente y nos hace disfrutar de todas y cada una de las circunstancias que nos tocan vivir.

Por eso hoy me gustaría compartir con vosotros esta reflexión.

En la Iglesia estamos celebrando este momento tan importante que es el Adviento, momento de espera, de reflexión, de ayuda, de sabernos amados, de redención, de salvación, porque lo que estamos esperando es al mismo Salvador del mundo y de nuestras almas.

Ser redimidos por la llegada de un niño pequeño

Y o bien somos conscientes de esta gran y maravillosa realidad, o por el contrario vivimos tan inmersos en las luces, los preparativos de las vacaciones y las fiestas, o de las comidas con amigos, que a veces son infinitas, yo lo digo por mí, pues estoy hipotecada todas las semanas con comidas especiales de navidad, que es verdad, que son importantes, porque se comparte con personas que a veces no vemos a menudo, pero todo en su justa medida.

Y continúo con la reflexión de hace dos párrafos (ya me estaba dispersando) estamos en el tiempo de vivir la consciencia de ser redimidos por la llegada de un niño pequeño envuelto en pañales que nos ha traído a toda la humanidad ese mensaje de paz, de salvación, de estilo de vida, que nos hace ser GRANDES, con la grandeza del mismo Dios, que viene para entregarse por nosotros.

Que el peligro de que la fiesta no impida la contemplación del Nacimiento

Leía hace unos días, la siguiente reflexión del Papa Francisco: “Y está el peligro de que la fiesta impida la contemplación del Nacimiento y se convierta en una fiesta mundana, en vez de una fiesta de familia con Jesús en el centro. Las gentes entonces se pierden en las compras, los regalos, esto y lo otro… y el Señor se queda ahí, olvidado”.

Y es la realidad, es lo que todos estamos experimentando si entramos en esa rueda de no vivir en cada momento la realidad que se nos va presentando. Existe una técnica a nivel de relajación y de lucha contra el estrés que te hace ver la vida como nos la presenta el Papa, el tomar conciencia de vivir la realidad de cada momento y vivir conscientes de ello.

Y ¿nosotros los cristianos que hacemos en estos días? Debemos de hacernos una reflexión profunda en que sitio ponemos el prepararnos con intensidad y bien para recibir a ese Niño que en la noche del día 24 de diciembre viene a pedir posada en nuestra alma y nuestro corazón para llenarnos de ese equilibrio de cuerpo y alma que todos tenemos necesidad de tener, de Vida que no termina en este mundo, de Amor que se nos da a borbotones, de entrega incondicional que hace hacia mi persona, y la tuya, de donación que nos demuestra en todos los momentos de nuestra existencia.

… y así podíamos ir poniendo cosas y muestras que nos da y debemos ser consciente de vivir todos en estos días que la Eucaristía nos hace vivir el Misterio de un Dios infinito, hecho Hombre, Niño pequeño en pañales y todo para ser el primero en vivir mi circunstancias de vida personal y las tuyas, e ir caminando a nuestro lado mientras recorremos nuestros años de vida.

Vivir la Alegría de la Navidad hecha carne en nuestros semejantes

Vivamos con alegría, este tiempo que queda de adviento, preparemos la fiesta en familia, hagamos felices a todos los que nos rodean, sobre todo a los más necesitados, los inmigrantes, los niños que están sin sus padres, las familias que están separadas y lo están pasando mal, los pobres de cosas materiales, en resumen los bienaventurados para el Señor,  y así nosotros estamos llevando e implantando el Reino de Dios en este mundo, y también estaremos viviendo la Alegría de la Navidad hecha carne en nuestros semejantes.

Y por otro lado, como no, preparemos nuestro corazón para recibir al Niño Dios hecho carne mortal, en nuestro “portal personal” de nuestra Alma, para que se cumpla: Vino a los suyos y lo recibieron. No nos dejemos ganar en generosidad en este tiempo; es tiempo de gracia y de salvación, es tiempo de felicidad y de entrega al servicio de todos.

¡Feliz Navidad a todas las familias del mundo!

Carmen Rodríguez
DELEGACIÓN DE FAMILIA Y VIDA

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