La llamada de lo salvaje 

El título de esta película, “La llamada de lo salvaje”, es una prosopopeya. Este palabro, que no tiene por qué sonar al lector, define la personificación de un animal u objeto al que se le atribuyen propiedades humanas. Aquí se aplica a un perro llamado Buck, que comparte protagonismo nada menos que con Harrison Ford (“Indiana Jones”), Omar Sy (“Intocable”, 2011) o Dan Stevens (“La bella y la bestia”, 2017). 

 

No es que Buck hable o algo parecido, pero realmente se convierte en la estrella de este simpático filme compuesto por varias historias entrelazadas entre sí. En cada etapa, Buck irá madurando y adquiriendo relevancia, hasta hallar su lugar en el mundo; una travesía en la que se muestra como el mejor amigo de los co-protagonistas, a quienes va ayudando en situaciones difíciles: a llevar el correo a través de las gélidas montañas, a superar una complicada adicción… Lo curioso es que Buck no es real, sino una animación elaborada con gran perfección técnica. Esta particularidad se aprecia especialmente en las grandiosas carreras a través del hielo, que resultan tan verosímiles como épicas, o en los gestos cuasi humanos que realiza como respuesta a los estímulos y circunstancias que le rodean. Buck se transforma en una persona más, por así decirlo. 

 

Por otra parte, el cartel desvela sin rodeos el principal gancho comercial de la película: Harrison Ford vuelve a la gran pantalla. A Ford hay que sumarle la dirección de Chris Sanders, tres veces nominado al Oscar. Sanders, por situarlo en el mapa, ha dirigido con tino otras películas infantiles como “Los Croods”, “Cómo entrenar a tu dragón” o “Lilo & Stitch”. Y, para mayor abundancia, “La llamada de lo salvaje” es la adaptación de un relato homónimo de Jack London, escrito a principios del siglo XX. London, reconocido escritor estadounidense, es autor también de la popular novela “Colmillo Blanco”. 

 

Es importante señalar que la cinta está dirigida especialmente a una audiencia infantil y adolescente, tal vez desde los cinco hasta los quince años. Por ello, y pesar del excelente planteamiento, puede resultar menos atractiva para un público juvenil. De todas formas, “La llamada de lo salvaje” ofrece un buen puñado de valores como la lealtad, la generosidad, la perseverancia o la superación, y es una buena oportunidad para ir al cine en familia, compartir palomitas, risas y una conversación interesante. 

  

Guillermo De Lara 

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