Coronavirus, Iglesia, Justicia Social y Ecología

Las 24 campanas de la Giralda han repicado a las doce del mediodía para llamar a la oración de los fieles en la intimidad de los hogares, siguiendo así la invitación de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española, para invitar a orar a quienes permanecen en casa y hacer llegar, a quienes sirven y trabajan, la ayuda del Señor y el agradecimiento de la Iglesia. Álvaro Pereira ha escrito que junto a la epidemia del coronavirus se está extendiendo otra epidemia invisible que destroza las almas, además de los cuerpos: la angustia y el sinsentido, y desea que también en los tiempos del coronavirus la fe de los cristianos de la Archidiócesis de Sevilla, resplandezca por la belleza de nuestra confianza en el Señor de la vida.

Por ello la iluminación de nuestro Pastor, el Arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo Pelegrina es imprescindible.

El Arzobispo de Sevilla se ha dirigido, con un mensaje de ánimo y aliento a los fieles de la Archidiócesis hispalense ante el estado de alarma por el coronavirus Covid-19. Asegura, en su mensaje,  estar convencido de que para los que aman a Dios todo lo que sucede, sucede para bien, porque de los males, Dios siempre saca bienes. Concretamente, esta situación extraordinaria de alerta sanitaria, monseñor Asenjo cree que nos va a ayudar a ahondar en nuestra conversión, el gran tema de estos días de Cuaresma. Monseñor Asenjo reitera su llamada a la esperanza en tiempos de coronavirus, manifestando que lo que perdamos en manifestaciones públicas de religiosidad popular, lo ganemos en intensidad, viviendo con mucha autenticidad la Semana Santa y la Cuaresma en nuestras casas. El Arzobispo de Sevilla llama a la oración a toda la feligresía desde la trascendente convicción de que la oración mueve montañas. Un Padrenuestro y un Avemaría tres veces al día, como una medicina material, podría ser una medicina espiritual que, si verdaderamente creemos en el poder de la oración, podría ayudar a los que sufren la enfermedad y a aquellos que los cuidan. El aplauso a las ocho de la tarde es una manifestación justa para los sanitarios que nos sanan y también para los que mantiene el estado productivo y las fuerzas de seguridad que nos cuidan, y un sector anónimo de ciudadanos, pero la oración de los creyentes es imprescindible. Nuestra oración también debe ir dirigida hacia los que rigen la economía y las finanzas para que velen por los necesitados.

El Arzobispo ha lamentado vivir estos momentos dramáticos, en el que los niños no pueden ir a la escuela ni corretear por el parque; en el que tampoco podremos disfrutar de las hermosísimas procesiones de Sevilla. Pese a todo ello, D. Juan José exhorta a vivir estas tristísimas circunstancias con esperanza, y que lo que perdamos en espectáculo y en belleza, lo ganemos en intensidad. El Arzobispo nos llama a reforzar la fe y vivir la praxis de la misma en todos los planos. Quizás esta situación nos tiene que hacer valorar algunas cuestiones de nuestra religiosidad popular. Todos los años tenemos una crisis de gripe común con muchos muertos, también este. Un virus nuevo siempre asusta, no se conoce su ecología ni su capacidad de mutación; esta inseguridad hace que la aplicación del principio de cautela sea necesaria. En España, más de 6.300 personas murieron la pasada temporada por complicaciones derivadas de la gripe común y la media de muertes en España por neumonía ronda las 9.000 personas al año. Evidentemente cada año tenemos un grave problema de transmisión de patógenos. Quizás nuestra Iglesia debería valorar la capacidad de transmisión de enfermedades que cada año puede tener darnos la paz en la misa, besar pies y manos de nuestras queridas y benditas imágenes, la aglomeración en misa y quizás también el agua bendita en las iglesias. Nuestra fe no necesita ciertas cosas de forma imprescindible. La paz se puede dar con una mirada de amor y una sonrisa, la contemplación de nuestras imágenes desde la fe y el recogimiento no necesita el contacto físico, la pila de agua bendita podría no ser saludable aunque a todos nos guste, quizás porque nos trae reminiscencias infantiles cuando nuestros padres nos la ofrecían. Como biólogo y como católico pido que se analice esta posibilidad con total amor fraternal y obediencia.

La Ecología nos da luces sobre las epidemias y pandemias. En la transmisión de enfermedades es muy importante el concepto de tasa reproductora básica Ro, es el promedio de nuevos casos de enfermedad que surgirían a partir de un solo huésped infectado al ser introducido en una población de huéspedes susceptibles. El umbral de transmisión que debe ser superado para que la enfermedad se propague viene dado por la condición de Ro=1. Una infección desaparece cuando Ro < 1 y se propagará cuando Ro> 1. La tasa reproductora básica Ro de un virus depende de tres factores: la densidad de individuos susceptibles en la población huésped, densidades elevadas ofrecen más oportunidades para la transmisión del patógeno; la tasa de transmisión de la enfermedad dependiente de la capacidad de infección de la enfermedad y de las pautas de comportamiento del potencial huésped; y del tiempo durante el cual el huésped infectado continua siendo infeccioso y puede transmitir la enfermedad a otros huéspedes. El coronavirus tiene una capacidad de transmisión o ritmo de contagio más del doble que la gripe común (4 individuos por cada persona infectada, frente a 1-2 casos por infectado en el caso de la gripe), un tiempo de incubación mayor, y una letalidad mayor (2,4%) en los colectivos de mayor riesgo (personas mayores o jóvenes con patologías), si bien los datos de letalidad de la gripe común (0,1%-13%) depende del sistema de salud de cada país y la pobreza del mismo. Este hecho favorece a España, con un sistema de salud público robusto. El problema es que lo hemos saturado. La densidad de individuos susceptibles en la población del huésped es un factor crítico, también la tasa de transmisión de la enfermedad y periodo medio de tiempo durante el cual el huésped infectado continúa siendo infeccioso. Esta realidad explica la necesidad de la contención por aislamiento de posibles huéspedes transmisores. Es una clara opción con resultados potencialmente seguros, aunque con graves consecuencias económicas y sociales. Otra es cuidar especialmente a los colectivos de riesgo y no tomar medidas globales de contención. Son opciones alternativas, pero si se optase por la opción más maximalista del aislamiento generalizado por un principio de cautela, no debe afectar de ninguna manera a la economía real, la de los ciudadanos que tiene que vivir felices, sanos y en paz. La situación creada por el coronavirus y su incidencia en la economía pone de manifiesto el error de la economía global en la que vivimos y la dependencia de los mercados, con una economía y unas finanzas que controlan la política y con ello la vida de las personas. La Unión Europea se ha puesto de lado ante la petición desesperada de 400.000 millones de euros para afrontar el problema sanitario y económico, una profunda decepción que cuestiona la propia idea de Europa.

La novela de Víctor Hugo Los Miserables sigue impresionando a sus lectores por ser una verdadera epopeya de la miseria estableciendo la palabra miserable como concepto que agrupa a los desgraciados y a los despreciables, los que pierden y los que ganan, los ricos y los pobres. Aquellos que deciden nuestro presente y futuro, el Gobierno y la Unión Europea, deben procurar que con la crisis del coronavirus no vuelva a los desgraciados aún más extremadamente desgraciados y pobres. La globalización de la economía no ayuda a una crisis como la generada por el coronavirus. Este martes, 17 de marzo,  el Gobierno de España ha anunciado un conjunto de medidas económicas, a modo de escudo económico y social auspiciado por el poder público. Se movilizan 200.000 millones de euros (20% del PIB) en un corto espacio de tiempo para dicho escudo, con medidas que favorecerán a los más débiles, los autónomos, los mayores, las familias, también a las empresas. Concretamente,  moratoria de hipotecas para sectores vulnerables, liquidez para Pymes, garantizar los recursos básicos esenciales de agua, electricidad, gas y telecomunicaciones, evitar que una crisis temporal tenga efectos definitivos para los más débiles, acompasar el trabajo con la vida familiar, flexibilización de los ERTES a favor de los trabajadores considerando su despido como fuerza mayor con derecho al desempleo sin un mínimo de tiempo trabajado, apoyo a la investigación, generar para los autónomos  prestaciones por cese de actividad y suspensión de pago de cuota. Cáritas Diocesana de Sevilla ha visto incrementado el número de peticiones de ayuda recibidas en estos últimos días debido al estado de Alarma por el Covid-19. De acuerdo con Cáritas, aunque es una situación que nos está afectando a todos, las consecuencias de esta crisis las están padeciendo primero y especialmente aquellas personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Si no se toman medidas los desahucios por impago de alquiler serán un problema. También tendrán problemas las empleadas (los empleados) de hogar.

El Estado de Alarma decretado por el Gobierno de España, aplicando un principio rector de la Unión Europea como es el Principio de Precaución no debe generar efectos sociales y económicos no deseables. La disminución del déficit público no debe ser otra vez el fin de la Unión Europea, lo debe ser el bien común.

La Iglesia, con una Doctrina Social modélica que ha ayudado mucho a la humanidad, no puede callar ante esta situación y debe dar guía, paz y amor, mensaje evangélico en definitiva, para que la justicia social se mantenga con protección de los más débiles, además de hacer más sólida nuestra fe. Pidamos a Dios que todos tengamos la luz inspiradora del Evangelio para ayudar muy especialmente a los desgraciados de nuestra querida España. Os recuerdo, con cariño y humildad, rezar tres veces al día, como medicina espiritual, un Padrenuestro y un Avemaría por la finalización de la situación que vivimos en relación con el coronavirus, para que no haya consecuencias económicas y sociales de ningún tipo, y rezar también por los héroes anónimos que nos ayudan cada día.