Todos los santos (C)

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 5, 1-12a)

Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

 

Comentario 

Vuestra recompensa será grande en el cielo

Hoy es día de fiesta. Fiesta grande, fiesta de todos los santos. Está escrito así, con minúsculas, para que no nos asuste y lo veamos inalcanzable, como de superhombres y supermujeres cuyas hagiografías rebosan de momentos extraordinarios. El día de todos los santos incluye a los que el Papa Francisco llama santos de la puerta de al lado, esas personas que hacen su parte en la construcción del Reino con alegría. ¡Y con esperanza! A la festividad de Todos los Santos, como canónicamente establece la liturgia del día, le cuadraría también ser fiesta de la esperanza, porque es esta virtud teologal la que nos sostiene, la que ancla nuestra fe y la que anima nuestra caridad convencidos -esperanzados- de que, aspirando a la santidad allí donde nos ha tocado estar, obtendremos una recompensa grande en el cielo. Esa es nuestra esperanza que vemos hoy cumplida en todos los santos que nos han precedido y que ya gozan de la visión del rostro de Dios en la gloria celestial. Nos asombraría ver la cantidad de santos de nuestro entorno más cercano -todos esos bienaventurados que eligieron las virtudes implícitas en el Sermón de la Montaña que nos propone hoy el Evangelio- que nos esperan en el cielo como quien le reserva un asiento al amigo en un teatro. Hoy es su día, festejémoslos como se merecen.

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