Un noviazgo de tres

Paloma y Manuel son pareja desde hace tres. Una relación de tres, porque Dios siempre ha estado en el centro, acompañando cada paso que daban. Ella nació en Sevilla en  1997 y es estudiante de medicina, Manuel Jesús Torrubio, es de Aracena y es teólogo e historiador.

En el caso de Manuel su fe va de la mano del testimonio de su abuela, a la que acompañaba a Misa cuando era niño. “De hacerlo por obligación se convirtió en una necesidad”, explica. Su fe maduró y sintió que debía vivirla desde la vocación sacerdotal, así que ingresó en el Seminario de Huelva donde cursó varios años antes de discernir que Dios lo llamaba a otra cosa. Fue entonces cuando llegó a Sevilla para estudiar Historia y donde conoció a Paloma.

La alegría del cristiano “no es como los fuegos artificiales, que son muy bonitos, pero duran poco, sino que Dios te da una alegría permanente que te llena la vida”

Por su parte, ella reconoce que se acercó a la Iglesia atraída por su defensa de la vida del no nacido: “Siempre he sido provida y aunque me costaba entender otras cosas de la Iglesia, comprendí que en ella estaba la verdad”. Cuando comenzó la Universidad frecuentó el Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla (SARUS), en el que coincidió con Manuel.

Ambos tienen claro que su historia de amor “ha sido pensada por Dios” y defienden que es “infrecuente –aunque posible- vivir un noviazgo cristiano”. Es “tan simple –explica Manuel- como estar con Cristo en todo lo que haces. Hay que respetar los tiempos de Dios; no sólo se trata de la castidad, sino de poner las necesidades del otro primero, una actitud que nace de la mirada en Cristo. Es una respuesta de amor constante”.

En esta línea, opinan que es “difícil” ser un joven católico hoy, “sobre todo ser coherente”. Lamentan especialmente el ambiente social tendente a la indiferencia: “Creo que nadie ama lo que no conoce y nosotros –los católicos- no hemos sabido dar a conocer el Mensaje de Dios”. Sin embargo, Paloma recuerda que “no podemos echarle la culpa al mundo de todo lo que nos pasa. Sino que parte de la responsabilidad es nuestra, ya que todos tenemos la libertad de elegir seguir a Jesús, aunque pueda no parecer atractivo o nos juzguen por ello”. Ya que, insiste, “seguirlo a Él te hace feliz. Te ayuda a tener relaciones más bonitas, especiales. Y te anima a vivir con gratitud”. Al respecto, Manuel concluye que la alegría del cristiano “no es como los fuegos artificiales, que son muy bonitos e impresionantes, pero duran poco, sino que Dios te da una alegría permanente y profunda; una alegría que te llena la vida”.

 

 

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