Fotoevangelización

¿Un nuevo término? Puede ser. Olga Mathus, comunicadora católica, ha titulado así este artículo basado en su experiencia o, mejor dicho en su vivencia personal. ¿Cuál es su significado? Ella ha definido la ‘fotoevangelización’ como «la habilidad de evangelizar por medio de una fotografía”. Simplemente y sin complicaciones.

¿Cómo surge este término en mi vida? Siempre me ha apasionado la fotografía, es parte de mi profesión y uno de mis hobbies, siempre busco algo que atesorar y capturar por medio de una foto. He de confesar que las fotografías que hice hasta el año 2016 las hacía fundamentalmente por motivo de mi trabajo. Aunque me encantaba retratar situaciones personales, y apreciaba especialmente las fotos de imágenes de santos, de la Virgen y de Jesucristo. En fin, recuerdos…

Sin embargo, tras mi llegada a Sevilla y encontrarme con tantas iglesias y templos y con tanta riqueza de imágenes, mi concepto cambió. Nunca antes había visto tanta belleza reunida en una sola ciudad. Y es ahí donde encontré mi verdadera pasión.

¿Cómo se puede evangelizar por medio de una foto? Es un reto, pero a la vez es fácil. Se trata de capturar emociones e imágenes desde otro ángulo, ofreciendo nuevas perspectivas de la fe y desde la fe, sabiendo que el objetivo es la evangelización. Realmente, hoy en día son muchos los sitios que ofrecen fotografías que nos ayudan a ilustrar  un estado de ánimo, y que aparecen unidas a una frase o texto bíblico. Creo que algunas pueden llegar a ser realmente inspiradoras, motivadoras y capaces de traducirse en acción en una persona.

Hace poco más de dos años tuve una experiencia que fue el inicio de esta ‘fotoevangelización’. Un jueves solicité permiso a mi párroco para hacer fotografías del Santísimo Sacramento en el tiempo de la adoración. Ese día empecé a tomar las fotos como cualquier fotógrafo puede retratar a una persona, no sin antes encomendarme a Dios. Pero salí ese día de la parroquia y sentía que algo faltaba en las fotos.

Pasaron los días y, como estaba convencida de que las fotos no estaban bien, regresé el jueves siguiente; esa vez me pasó algo especial. Dios, de algún modo, me indicó cómo debía tomarlas. Estando de rodillas recé y le pedí a Él que me ayudará a evangelizar por medio de mis fotos, y fue ahí cuando levanté mi rostro y descubrí el ángulo que necesitaba: de rodillas, era de rodillas… Es una perspectiva diferente, eso era lo que faltaba en las otras fotos: mi fe.

Llegué a casa; las descargué en el ordenador y las envíe a un grupo de contactos junto con una invitación a visitar al Santísimo. Muchos me contestaron y me dijeron que nunca habían visto una foto en la que se viera tan de cerca la Sagrada Forma.

Hubo felicitaciones por la foto, pero la respuesta que más me satisfizo fue la de los que no contestaron, pero acudieron el jueves siguiente a visitar al Santísimo. Ellos mismos, al salir de la adoración, se me  acercaron y me dieron las gracias por las fotos. Esa fue mi recompensa.

¿Fue evangelización lo que ocurrió? Para mí sí, no creo en las coincidencias o casualidades, creo en Dios y en su poder. Todos somos instrumentos de Él. Se dice que “una imagen vale más que mil palabras” y al hilo de este dicho, la fotografía es un medio muy eficaz para evangelizar.

Cuando tomo fotografías veo algo diferente, busco algo, lo buscó a Él. Para muchos es ver lo ordinario, para mí es lo extraordinario. Trato de capturar la fe, mi fe, en lo que creo y siento; eso marca la diferencia, hacer fotografías con propósito y sobre todo con amor, para transmitir en cada imagen un valor capaz de motivar y alentar en la fe.

Olga Mathus de Torres. Comunicadora católica

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