De nuevo es 8 de marzo y celebramos el Día de la Mujer

Este blog se inició hace ahora 7 años y su segunda aparición fue precisamente un 8 de marzo y estuvo dedicado a la mujer, en este día que le dedicamos. El 8 de marzo es el Día de la Mujer. Durante estos años estamos dedicando en esta fecha una aportación destacando el papel de la mujer en el mundo. Desgraciadamente también hacemos referencia al sufrimiento que padece en el conjunto del planeta. Este año añadimos un nuevo añadido a la cadena de sufrimientos de la mujer. En la guerra de Ucrania parece que hay ya más de un millón de refugiados, la mitad de ellos mujeres y niños. Pero no es el único lugar del mundo donde hay sufrimiento para las mujeres. Tenemos en el planeta más situaciones de conflicto, migraciones, discriminaciones e inequidades donde la mujer sufre.  Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fueron adoptados por la Organización de Naciones Unidas en 2015 como un llamamiento universal a la acción, me temo que no vinculante,  para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que para el 2030 todas las personas disfruten de paz y prosperidad, con una mirada especial sobre la mujer debido a las injusticias que sufren.

Casi el 50% de la población mundial son mujeres, lo que supone, aproximadamente, unos 3.861 millones de mujeres. En todas las edades hay más hombres que mujeres, excepto en las personas adultas mayores que es el único sector de población en qué hay más mujeres. En este día 8 de marzo deberíamos celebrar exclusivamente su papel indispensable en el mundo, pero no queda más remedio que convertirlo en un día de reivindicación de derechos. Derechos de los que carecen las mujeres en muchos países del mundo. De acuerdo con Amnistía Internacional, la pobreza tiene género. De acuerdo con esta institución, mujeres y niñas están más expuestas a sufrir pobreza económica en todo el mundo. No existe ningún país en el que se dé una igualdad económica entre hombres y mujeres. La pobreza aumenta la brecha de género y esta genera a su vez pobreza. Brecha de género y pobreza son dos desigualdades interconectadas que vulneran los derechos de las mujeres. Según la Organización de Naciones Unidas, el 70% de las personas pobres en el mundo son mujeres. Además, una de cada cinco niñas en el mundo vive en condiciones de extrema pobreza. De acuerdo con Amnistía Internacional, aunque las mujeres realizan el 66% del trabajo en el mundo y producen el 50% de los alimentos, solo reciben el 10% de los ingresos y poseen el 1% de la propiedad. No parece que esto transpire justicia social ni espíritu evangélico.

No está de más pensar, en este día, en la relación de Jesús con las mujeres como podemos encontrar en el Evangelio. En relación con la sindemía (pandemia) de la COVID-19 más de 35.000 personas mayores, una gran parte mujeres,  han muerto en residencias, aislados de su familias, y quizás no fueron derivadas a hospitales cuando lo necesitaban. De nuevo emerge el sufrimiento de la mujer. De verdad que quien escribe no quería hacerlo en tono reivindicativo sino en un marco de alegría por el papel esencial de las mujeres en la sociedad y el bien común que facilitan. Pero no queda más remedio que seguir llamando la atención de la inequidad que sufren en el planeta. Pero España no se libra de la repulsa ante la situación de las mujeres.  Violencia de género, muerte, violencia, tráfico de mujeres, brecha salarial, pobreza energética, dificultad para alcanzar puestos de responsabilidad, paro, mujeres jóvenes con futuro incierto, mujeres mayores sin consuelo, contratos basura, dificultad para la conciliación, acoso sexual, y un largo etcétera que no nos deja en buen lugar como sociedad. La Covid-19, injusta sindemia de oscuro origen, ha agudizado el problema de la mujer en España.

Sabemos el camino, el Evangelio nos lo muestra, una sociedad sin discriminaciones ni inequidades, donde se une más que se separa, sin odios, con encuentros y abrazos. Si leemos el Evangelio, llama la atención cuantas parábolas y hechos relatados tienen como protagonista a la mujer. El papa Francisco ha manifestado que aprecia en la mujer su sabiduría, que nace de una experiencia profunda y verdadera, anclada y enraizada en la realidad del momento concreto. La mujer genera vida, y también cuida la vida aunque no la haya generado, y constituye una pieza clave de cualquier sociedad, al observar, analizar y actuar sobre la realidad, cada día y cada momento, con valores que le son propios, desde lo femenino, generando un valor extra que no le es reconocido de forma adecuada, y a veces se banaliza injustamente. Las mujeres tienen una tendencia natural al altruismo, la promoción de comportamientos éticos es una cuestión de salud social y autor de El Cerebro Altruista, Donald W. Paff, expone que la sociedad debería eliminar los obstáculos al liderazgo de las mujeres. Las mujeres, más empáticas y altruistas, están menos dispuestas a iniciar guerras o materializar políticas violentas o injustas especialmente con los más débiles. Celebremos de nuevo el Día de la Mujer este 8 de marzo, esperemos que su situación mejore en el mundo, que se ponga fin a las guerras y a todas las injusticias. Deseo felicitar a mi hija, mujer trabajadora, en su cumpleaños, ejemplo de ambas cosas, que nació un 8 de marzo.