‘Sacramentos para la vida’- Formación permanente Pueblo de Dios en salida 06

Sexta sesión de la iniciativa de formación de la Delegación diocesana de Apostolado Seglar, que se hace eco del lema del pasado Congreso Nacional de Laicos que fue vivido por todos los que participaron como un renovado pentecostés. Con una periodicidad quincenal, se puede visionar en el canal de youtube de Archisevilla Siempre Adelante

IDEA CENTRAL

“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando” (Jn 15, 13-14).

“Los sacramentos son el centro de la fe cristiana, por los que Dios comunica su gracia, se hace presente y actúa en nuestra vida. Los siete sacramentos de la Iglesia prolongan en la historia la acción salvífica y vivificante de Cristo, con la fuerza del Espíritu Santo” (Papa Francisco, Audiencia, 8 enero 2014).

NUESTRA FE

Los sacramentos son esenciales en la vida de los cristianos. Los sacramentos son signos visibles en los que experimentamos la presencia de Dios, donde actúa su gracia. La celebración de los sacramentos nos introduce en una experiencia profunda de nuestra fe.

Sabemos bien que los sacramentos son símbolos de la fe. “Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios, pero, como signos, también tienen un fin instructivo. No sólo suponen la fe, también la fortalecen, la alimentan y la expresan con palabras y acciones; por eso se llaman sacramentos de la fe”. (CCE 1123)

El Señor Jesús a través de los sacramentos entra en nuestra vida y nos da su vida con el Bautismo, nos perdona con la Reconciliación, acompaña a los enfermos con la Unción, nos da su Espíritu con la Confirmación, alimentándonos con su propio cuerpo y sangre en la Eucaristía, concediendo a algunos de sus amigos el don del Sacerdocio y a otros el Matrimonio.

La fe nos ayuda a vivir los sacramentos como un encuentro personal con Cristo. Por eso, los Sacramentos de la iniciación cristiana (Bautismo, Confirmación y Eucaristía) nos abren la puerta a una vida nueva. El Papa Francisco nos dice en relación a estos que: “El Bautismo es en cierto sentido el carné de identidad del cristiano, su certificado de nacimiento y el certificado de nacimiento en la Iglesia… La Confirmación nos une más firmemente a Cristo; conduce a su realización nuestro vínculo con la Iglesia; nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe, para confesar el nombre de Cristo y para no avergonzarnos nunca de su cruz… La Eucaristía es el centro de la vida del cristiano. Su celebración debe iluminar la viveza de nuestra fe, pues necesitamos alimentarnos de Cristo Resucitado para ser “sal y luz” (Mt 5, 13-16) en medio de nuestro mundo”.

Respecto a los Sacramentos de curación, el Papa Francisco nos indica que: “Celebrar el sacramento de la Reconciliación significa ser envueltos en un abrazo caluroso: es el abrazo de la infinita misericordia del Padre… La Unción de los enfermos, nos permite tocar con la mano la compasión de Dios por el hombre”. En cuanto a los Sacramentos al servicio de la comunidad nos dice que: “El sacramento del Orden Sacerdotal habilita para el ejercicio del ministerio, confiado por el Señor Jesús a los Apóstoles, de apacentar su rebaño, con el poder de su Espíritu y según su corazón… El sacramento del Matrimonio nos conduce al corazón del designio de Dios, que es un designio de alianza con su pueblo, con todos nosotros, un designio de comunión. El matrimonio es la imagen del amor de Dios por nosotros”.

Los Sacramentos son alimento para nuestra alma y nuestro cuerpo ¿Somos conscientes de la gracia que recibimos cuando nos acercamos a ellos? ¿Con que frecuencia recibimos el perdón, el pan de la Eucaristía…?

DIALOGAMOS JUNTOS

Mirada creyente

Si miramos en nuestro entorno, podemos observar como muchos cristianos practican el “consumo de sacramentos” a veces inconscientemente.  Otros viven su relación con Dios a través de los sacramentos en los momentos principales de su vida: Bautismo (nacimiento), Eucaristía (niñez), Confirmación (adolescencia) y Matrimonio (adultez); hasta el punto de que una vez celebrados, no vuelven a la comunidad cristiana, no participan de su vida diaria, en muchos casos, no celebran el domingo, se alejan por muchas razones. Su fe se vuelve tenue y frágil y se va apagando poco a poco. Otros muchos viven como si Dios no existiera, indiferentes. Y cada vez más un gran número no conocen a Dios, ni se sienten llamados a su vida, nadie les anuncia la Buena Noticia de Jesús. Esta es la realidad que vivimos. Pero Dios no se cansa de esperar, y como el Padre del hijo pródigo esta siempre esperando a que vuelvan, o a que se encuentren con Él por primera vez. Que gran reto tenemos por delante para anunciar a todos, la alegría del encuentro con Cristo.

Jesús nos dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4, 18). Al hilo de este texto evangélico nos podríamos hacer algunas preguntas: ¿Qué significa en nuestra vida que “Cristo te salva”? ¿Cómo vivimos en nuestra vida de cada día esta realidad? ¿Qué nos aporta? ¿Experimentamos esta alegría en los sacramentos?

Reflexión desde la vida cristiana

Nos tendríamos que hacer una pregunta inicial ¿Qué supone para nosotros habernos encontrado con Jesús? Pero contemplando a nuestras comunidades, nuestras parroquias tendríamos que hacernos otras: ¿A dónde lleva el Bautismo de tantos niños? ¿Qué terminan por ser las Primeras Comuniones? ¿Qué sucede con muchos jóvenes después de recibir el sacramento de la Confirmación?

El Papa Francisco nos dice que la gracia de los sacramentos alimenta nuestra fe gozosa y nos invita a comunicar a los demás “una salvación que hemos podido ver, tocar, encontrar, acoger y que es verdaderamente creíble porque es amor”. Entonces, porqué la gente que tenemos a nuestro alrededor lo vive de otra forma, incluso nosotros muchas veces. ¿Cómo lo viven? ¿Cómo lo vives? ¿Qué efectos tienen en nuestra vida? ¿Cómo podemos manifestar a quienes caminan junto a nosotros lo que los sacramentos significan en nuestra vida, y no solo a nivel espiritual?

Un compromiso abierto a los demás

Si los Sacramentos son símbolos de la fe y nos ayudan a ser mejores personas, mejores seguidores de Jesús, también contribuyen a formarnos mejor y con más profundidad, haciéndonos vivir la fe que decimos creer, fortaleciéndola y alimentándola. Esto normalmente nos lleva a concretar la fe de palabra y de obra a lo largo de nuestra vida, en las cosas corrientes, en las decisiones trascendentales, en la soledad de nuestra conciencia, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestro ocio y en medio de la sociedad.

Cuando llega el momento de comprometernos a lo largo de la vida, los sacramentos nos dan la fuerza que necesitamos para dar el paso, para abrir nuevos horizontes…  El Señor nos interpela a lo largo de nuestra vida, nos plantea retos, preguntas, nos pone delante de nuestra propia realidad y nos invita a vivir la vida desde Dios, que es quien nos la ha dado y nos la da cada día.  Es en este momento donde nos deberíamos preguntar: ¿Qué aportan los sacramentos en nuestra vida? ¿Cómo puedo concretar mi compromiso de nuevo, asumirlo o incluso retomarlo para que la celebración de los sacramentos nos ayude a convertirnos en un signo visible de Dios para los demás?

 

VÍDEO DE LA SESIÓN DEL FORO PERMANENTE ONLINE

(*) Estos textos están inspirados en el Itinerario de Formación Cristiana de Adultos – Ser cristianos en el corazón del mundo-, de la Conferencia Episcopal Española, publicados por la Editorial EDICE.

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