El matrimonio de María y José

Estamos celebrando el mes de mayo, mes de la Virgen, en el año dedicado a San José. Caer en la cuenta de tal circunstancia, me ha llevado a centrar la mirada en la relación matrimonial que tendrían estos santos esposos. Porque, muchas veces, podemos caer en la tentación de pensar que todo en la vida de la Sagrada Familia debió de ser fácil. Imaginar casi la idílica escena de labores diarias con cánticos celestiales como música de fondo, por el hecho de ser tan santas personas. Y no, no creo que la realidad fuera así…

Vivieron circunstancias y momentos difíciles. Algunos de ellos los conocemos por los Evangelios: el nacimiento de Jesús (viaje con María embarazadísima, parto junto a los animales, solos, fuera de su casa y su aldea), huida a Egipto, años en el exilio, la vuelta, el niño perdido.

Otros momentos no se nos cuentan, pero podemos pensar que en esos 30 años de vida escondida debieron encontrarse también con horas difíciles. Quizás fueran los comentarios de los vecinos, su propia vivencia de custodiar al Hijo de Dios, la enfermedad que los visitaría más de una vez, el trabajo,…

¿Cómo vivirían María y José su relación?

Y ante todo esto, ¿Cómo vivirían María y José su relación? No puedo imaginar que no sea de otra forma que amandose intensamente, y poniendo continuamente a Dios en su matrimonio. A esto mismo es a lo que estamos llamados todos los matrimonios.

Harían realidad en su vida lo que su Hijo nos dijo: “ya no son dos, sino una sola carne” (Mt.19,6 – Mc.10,8). Y eso significa vivir bajo un mismo techo, con todas las implicaciones que esto supone. Es tener confianza plena el uno en el otro. Mirarse a los ojos con limpieza y profundidad, pudiendo perderse el uno en el otro porque se conocen y se “reconocen”. Porque lo hablan todo, lo comentan todo, y la comunicación es fluida. Todo ello lleva a concebir la vida en común, y por tanto a soñar juntos y hacer proyectos.

Entre esos proyectos, el más importante, estar abiertos a la vida y acoger a los hijos. Y cuando falten las fuerzas, cuando el desánimo se instale, cuando la naturaleza humana haga caer, entonces: saber agarrarse a la mano de Dios, “colgarse” de Él, rezar, y acudir a la gracia de los sacramentos renovando la gracia recibida en el sacramento del matrimonio.

La vida espiritual de María y José

En el caso de María y José los imagino con una intensa vida espiritual, que les haría sentirse unidos entre sí y con Dios, y les daría la fuerza y la confianza que debieron necesitar en más de una ocasión.

Confianza entre sí, y confianza en Dios.Como decíamos antes, a esto mismo estamos llamados todos los matrimonios. Pero hay que reconocer que no es un camino fácil, por nuestra naturaleza caída. Y hay veces en que es necesaria una ayuda externa para remontar momentos y circunstancias complicados. Aquí son muy importantes los amigos; unos amigos que desean nuestro bien, nos conocen y nos puedan ayudar. No unos amigos con los que solamente nos divertimos tomando copas y de fiesta, sino aquéllos a los que abrimos nuestro corazón, y nos conocen y nos quieren.

Merece la pena escoger bien a los amigos del matrimonio.

Pero cuando, aún así, la situación supera al matrimonio, encontramos en Sevilla la ayuda gratuita de los Centros de Orientación Familiar, donde se atiende al matrimonio buscando el Bien de la familia.

A la Virgen de los Reyes encomendamos los matrimonios de Sevilla.  Que Ella, Esposa y Madre, los cubra con su manto, guíe y proteja.

ESTRELLA LINARES MEDINA
COORDINADORA DE COMUNICACIÓN DE LOS COFS

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