VII Dolor y Gozo de San José

Toda la vida de San José fue un acto continuo de fe y obediencia en las circunstancias más difíciles y oscuras en que le puso Dios. Él es al pie de la letra “el administrador fiel y solícito a quien el Señor ha puesto al frente” de su familia” (Lc 12, 42). Desde tiempo inmemorial, la Iglesia lo ha venido venerando e invocando como continuador en ella de la misión que un día tuviera. En los momentos de noche oscura, el ejemplo de José es un estímulo inquebrantable para la aceptación sin reservas de la voluntad de Dios. Para propiciar esa veneración e imitación y para solicitar su ayuda, ponemos a continuación el siempre actual Ejercicio de los siete Dolores y Gozos.

OFRECIMIENTO

¡Glorioso Patriarca San José! Venimos a consagrarte estos siete domingos, meditando en ellos «tus dolores y gozos». Te ofrecemos nuestro corazón; recíbelo y refórmalo según el tuyo, para que todos los días de nuestra vida te sean agradables y merezcan las bendiciones de Jesús y María. Amén.

Antífona (para todos los días): ¡Oh feliz Varón, bienaventurado José! A quién le fue concedido no sólo ver y oír al Hijo de Dios, a quién muchos quisieron ver y no vieron, oír y no oyeron, sino también abrazarlo, besarlo, vestirlo y custodiarlo.

V: Ruega por nosotros bienaventurado San José.

R: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén

VII DOLOR Y GOZO

Del Evangelio según San Lucas (Lc 2, 44-46)
El niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.

San José, modelo de santidad, que habiendo perdido al Niño Jesús sin tu culpa, le buscaste durante tres días con inmenso dolor hasta que, con gozo indecible, le encontraste en el templo en medio de los doctores.

Por este dolor y gozo, y ya que estás tan cerca de Dios, te pedimos nos ayudes a no perder nunca a Jesús por el pecado mortal, y si por desgracia lo perdiéramos, haz que lo busquemos con profundo dolor hasta que lo encontremos y podamos vivir en su amistad para gozar de Él contigo eternamente en el Cielo.

Padre nuestro. Ave María y Gloria.

Final (para todos los días):

Salve, custodio del Redentor

y esposo de la Virgen María.

A ti Dios confió a su Hijo,

en ti María depositó su confianza,

contigo Cristo se forjó como hombre.

Oh, bienaventurado José,

muéstrate padre también a nosotros

y guíanos en el camino de la vida.

Concédenos gracia, misericordia y valentía,

y defiéndenos de todo mal. Amén.

San José Itinerante
Capilla del Colegio de la Sagrada Familia (Sevilla) 

Post relacionados