El niño que pudo ser rey

Como todas las épocas, esta que vivimos tiene sus luces y sus sombras. El lado oscuro contiene sus buenas dosis de cinismo e hipocresía, con particulares efectos negativos en los más jóvenes, a quienes se transmite frecuentemente que no hay que ponerse límites morales o éticos para conseguir lo que se quiere. Pues justamente en la línea opuesta, en el lado bueno, se posiciona la última película del director británico Joe Cornish: “El niño que pudo ser rey”, actualmente en cartelera. Una buena noticia y un soplo de aire fresco para la comunidad cinéfila y especialmente para los más pequeños.

Esta nueva versión de la leyenda del rey Arturo, Merlín y la mítica espada Excalibur, nos traslada a un Reino Unido dividido, en el que palabras como “caos”, “miedo” y “terror” copan los titulares de los periódicos de todo el territorio británico. Los ciudadanos se encuentran perdidos, sin un líder al que dirigirse en las situaciones de crisis. La bruja Morgana, una villana medieval que habita en lo más profundo de la Tierra, ve el momento perfecto para reaparecer y sembrar el germen de la destrucción con la espada Excalibur. Sin embargo, la legendaria espada, la más famosa de la Historia, terminará cayendo en manos de Alex, un estudiante de instituto marginado por sus compañeros de clase, que siempre se “mete en problemas” por defender a los compañeros más débiles. Tanto él como sus tres amigos, y con la inestimable ayuda del mago Merlín, combatirán la amenaza de Morgana y su ejército de no-muertos que quieren destruir el mundo que conocemos.

La película está claramente dirigida al público infantil-adolescente, con un humor semejante al de las películas producidas por Spielberg en la década de 1980, como “Los goonies” o “El secreto de la pirámide”, y con escenas de acción y elementos fantásticos similares a los de las sagas de “El señor de los anillos” y “Harry Potter”.

Con un guión entretenido y trepidante, lleno de referencias a la cultura pop, la cinta encierra una crítica contra el acoso escolar, e incluye interesantes mensajes sobre las segundas oportunidades “para nuestros enemigos” y sobre la redención. Otro elemento destacable que enriquece el argumento es la evolución que experimentan nuestros protagonistas, apelando a cuatro códigos artúricos: decir siempre la verdad, acabar cualquier empresa, actuar sin saña y honrar a quien se ama. Cuatro valores que serán necesarios para que nuestros pequeños héroes puedan vencer al Mal y que, por desagracia, no están muy de moda en la sociedad actual. Actitudes que también pueden ayudarnos a los adultos a crecer como personas y a ser un buen ejemplo para los más jóvenes.

 

Juan Carlos Deán Del Junco

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