Aprender de lo vivido

En estos días, en uno de los artículos anteriores, hemos plasmado qué podíamos hacer para vivir en nuestra FAMILIA la pandemia del coronavirus. Viendo que este tiempo es un tiempo de Dios, como toda nuestra vida, como todos nuestros instantes, por lo cual es también un tiempo de Gracia.

Y ahora que estamos comenzando con las fases de desconfinamiento…

¿Qué podemos sacar o extraer de lo aprendido y vivido?

CRECER ESPIRITUALMENTE

La oración en familia, es una oración especial, rezar unidos en el nombre de Jesús, no es cómo cualquier otra oración. Goza de una eficacia excepcional. Es Jesús mismo quien reza con nosotros en la familia, el mismo Jesús, el Omnipotente. Y si Él está allí, ¿Cómo no podrá escucharlo el Padre? Estos momentos de oración en familia nos definen como “pequeña Iglesia doméstica”. “Porque donde hay dos o más reunidos en mi nombre, Yo estoy en medio de ellos.” (Mt. 18, 20).

Es importante encontrar momentos para invitar a los hijos a comunicar sus pequeños actos de amor, esto ayuda a crecer espiritualmente, pero los padres deben ser los primeros en comunicar sus actos de amor. Puede ser por la noche antes de acostarse o en la sobremesa de forma coloquial y sencilla. O también en coloquios privados donde los hijos se sienten amados en exclusividad.

Hacer una competición de detalles de amor que tendrán un premio cuando termine esta experiencia de confinamiento.

Sigamos con la práctica que en los momentos difíciles han producido la paz necesaria para ser felices y aceptar las dificultades.

Dios padre bueno siempre nos espera para darnos del Agua que sacia nuestra sed.

CRECER COMO SOCIEDAD

Dentro de la familia es donde los hijos se preparan a vivir fuera de ella.

Los padres deben enseñarlos para cuando vivan fuera de la familia, a tomar conciencia de los momentos actuales, con sencillez, a saber aceptar los sufrimientos que hay en la sociedad sin crearles angustias y que comprendan que aceptar el sufrimiento no significa amar el sufrimiento, sino a la persona que sufre.

Educarlo a “vivir el otro”, a cuidar de sus hermanos pequeños, a respetar sus juguetes, a ayudar a sus padres en pequeñas tareas. Los hermanos son las primeras experiencias sociales que realizan,  entre ellos aprenden a expresar sus sentimientos, su saber, respetar sus espacios y a superarse a sí mismo. Y al mismo tiempo también con los familiares realizan sus primeras aperturas sociales, apertura que en estos días pueden seguir haciéndolas, llamando por teléfono, realizándole un lindo dibujo a sus abuelos, sus titos, primos… y también con ellos van aprendiendo a compartir y conocer otras experiencias de entrega y solidaridad, que comentadas en familia (dentro del respeto a la privacidad) son siempre una oportunidad de educar a prepararlo como “hombres nuevos”, en la sociedad

Vivimos en sociedad y necesitamos de todos para desarrollarnos y encontrar a Dios en los hermanos.

Seamos sencillos como palomas y agradecidos con las personas que tenemos a nuestro lado y viven para nosotros.

DELEGACIÓN DE FAMILIA Y VIDA

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