Una mirada a la procesión del Corpus Christi en 1744

El V Encuentro Sacramental, cuya primera sesión se celebró el pasado 25 de mayo, fue abierto por el presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías, Francisco Vélez, quien lo calificó en sus palabras iniciales como “algo necesario, que nos hace crecer en el conocimiento y la devoción de las hermandades sacramentales y del culto al Santísimo Sacramento, algo que no podemos dejar de fomentar constantemente”.

El vicepresidente del Consejo, José Roda, en la presentación del primer conferenciante, el historiador José Gabardón, doctor en Historia y en Derecho, profesor, escritor y articulista y fino observador de la ciudad, quiso tener un destacado recuerdo para el catedrático de Arte, Vicente Lleó, fallecido este año, quien aportó destacados estudios sobre la relevancia histórica de la celebración del Corpus Christi en nuestra ciudad y acuñó el término de “fiesta grande de Sevilla”.

El Corpus, la Fiesta Grande en la Sevilla del XVIII. Mapa del orden de 1747

La conferencia del profesor Gabardón, bajo el título “El Corpus, la Fiesta Grande en la Sevilla del XVIII. Mapa del orden de 1747”, giró en torno a las conocidas ocho tiras dibujadas de la procesión del Corpus de dicho año, que aparecen incluidas en el segundo tomo de “Iconografía de Sevilla” de la fundación Focus-Abengoa y fueron reeditadas en 1992, constituyendo un elocuente testimonio de cómo era esta procesión a mediados del siglo XVIII.

Al inicio de la disertación, el ponente se adentró en el concepto antropológico de fiesta en la sociedad moderna como una realidad que iba más allá del tiempo libre, que envolvía a todos los estamentos de la sociedad, siendo como una proyección de la misma, una expresión de su identidad. Después, aludió al origen de la festividad del Corpus Christi establecida por el papa Urbano IV, quien en la bula fundacional ya aludía a conceptos como “muchedumbre, clero y pueblo, alegría por ir con el Señor victorioso”, y la importancia progresiva que va tomando la procesión como parte central de esta fiesta, lo que conlleva adornos en las ciudades, la participación de todos los grupos sociales, danzas, músicas, etc.

Esta procesión ya en los siglos barrocos será el reflejo del orden social estamental de la ciudad de entonces, siendo una comitiva perfectamente definida y organizada y una clara simbiosis del poder político y del poder religioso, en que, tras el concilio de Trento, se exalta el misterio de la Eucaristía -con el concepto de transustanciación- frente al mundo protestante, hasta convertirse en la gran fiesta de Sevilla, donde se reúne lo sacro y profano, lo religioso y político, lo culto y lo popular. Una buena prueba de todo ello fue la proyección del Corpus de Sevilla no solo en su entorno geográfico sino hacia el mundo hispanoamericano, teniendo como ejemplos las ciudades de Cuzco y Lima en Méjico.

El conferenciante enmarcó esta festiva celebración en la ciudad de Sevilla, definiéndola como “un gran referente del mundo religioso hispano, con su grandiosa catedral y su cabildo, el arzobispo y la curia, las numerosas y ricas parroquias, y un imponente ámbito conventual con numerosas órdenes masculinas y femeninas, además de las instituciones seglares como las cofradías de diversos tipos, con un gran protagonismo de las de sangre o penitencia”.

Entrando en el análisis de las tiras dibujadas, comentó que las primeras representan la parte que más agradaba al pueblo llano, como era el comienzo festivo y alegórico de la procesión, con la tarasca, las mojarrilas y los gigantes y cabezudos, que abrían camino al cortejo y que fueron prohibidos en 1780.

Seguía el estamento seglar como eran las cofradías, que aparecen dibujadas con sus miembros vestidos como caballeros con espadas, portando los pendones o estandartes. Muchas corporaciones asistían con pasos de sus santos titulares, observándose el de Santas justa y Rufina, y, entre las cofradías gremiales, sobresale la de los Sastres con su Virgen de los Reyes en el característico paso de tumbilla, antecedente del de nuestra Patrona. También destaca en los dibujos la presencia de “otra de las hermandades con más identidad de la ciudad”, como definió a la Sacramental del Sagrario de la Santa Iglesia Catedral, que aparece con sus insignias, carráncanos y el característico paso del Niño Jesús rodeado de capellanes y acólitos.

Aparecen dibujadas, a continuación, las numerosas órdenes religiosas presentes en la ciudad en el siglo XVIII, donde se observa la cantidad de clero conventual existente: desfilando franciscanos, carmelitas, mercedarios, agustinos, mínimos, dominicos, etc.

El tramo final de la procesión lo conformaba la representación institucional de la Iglesia con las veinticinco cruces parroquiales, destacando el conferenciante el concepto de parroquia como “núcleo de convivencia de los vecinos de una zona concreta”; a ellas seguía el clero catedral presidido por la cruz patriarcal, y numerosas andas con reliquias de santos de la catedral, como proyección de la importancia que se daba al culto de los santos en la época.

También aparecen las danzas, hasta cuatro figuraban en la procesión, con sus vistosos ropajes y curiosos instrumentos musicales. En esta parte final, representada con fiel detallismo en las últimas estampas, figuraban los capellanes, veinteneros, cabildo de la universidad de beneficiados y el cabildo catedral, la capilla de música con su maestro al frente, con los cantores y seises antecediendo a la gran custodia de Arfe con el Santísimo Sacramento, rodeada de doce sacerdotes a ambos lados tocando las andas simulando portarlas. Y tras ella, el prelado con sus asistentes, el cabildo municipal con los maceros y presidido por el asistente de la ciudad, y los soldados de la escolta militar; todo ello muy bien reflejado en los dibujos, donde se observan curiosos detalles de gran precisión y sabor de época.

Concluyeron las palabras del profesor Gabardón confesándose un fiel amante de la fiesta del Corpus Christi, y cómo esta es demasiado amplia y extensa en todos sus aspectos, ya que es el reflejo de toda la sociedad sevillana y de su mejor patrimonio material e inmaterial, volviendo a recordar con admiración al profesor Vicente Lleó Cañal con su fundamental obra de los años 80 titulada “Fiesta grande, el Corpus Christi en la historia de Sevilla”.

Isidro González 

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